domingo, 25 de mayo de 2008

ANTONIO GALA, NOCHE UNDÉCIMA: LA MUERTE

-¿Usted se suicidaría?

-No creo. Simplemente, insisto en mi petición, que ya he hecho por escrito, de que cuando la vida no me valga (me valga en el sentido de servir y en el sentido de acompañar), cuando la vida me considere ya un despojo, cuando la vida me deshabite, quiero salir desahuciado de la vida lo más rápidamente posible.

-¿Pide que no alarguen artificialmente la vida?

-Yo creo que el ser humano tiene derecho a la dignidad de la muerte y a que se le exima de dolores inútiles. Hay dolores útiles, dolores como el parto o como el que produce una enfermedad o una operación quirúrgica para salir de esa enfermedad. Tales son dolores de vida. Pero cuando el dolor se vuelve como un barco con velas negras desplegadas hacia un callejón sin salida, hay que evitarlo. Yo estoy completamente convencido de que el Estado hace mal en prohibir la eutanasia, en vez de regularla. El Estado tiene la obligación de mejorar la vida y de mejorar la muerte. Creo que todo vivo tiene derecho intransferible a su muerte,

-¿Y por qué el Estado se resiste a concedernos ese último derecho?

-Por una especie de hipocresía, de querer lavarse las manos en esos extremos. Los estados, o la sociedad, normalmente deja morir de hambre a millones de seres. Declara guerras atroces, es genocida, se desentiende de los viejos, se desentiende de los enfermos o cumple mal sus obligaciones de seguridad social y de sanidad, autoriza la pena capital… Y, sin embargo, ante la eutanasia, siempre vuelve la cara. Se desentiende, no quiere saber nada, no autoriza.



JESÚS QUINTERO Y ANTONIO GALA EN “TRECE NOCHES”, Editorial Planeta, 1999. Capitulo,- NOCHE UNDÉCIMA: LA MUERTE, paginas 219-220.

¡Gracias Señores Gala y Quintero!

domingo, 30 de diciembre de 2007

PUERTAS Y VERJAS (GATES)

En este poema mi misión ha sido la de utilizar la muy estricta métrica y rima que utilizó el laureado poeta inglés Sir John Betjeman (1906-1984), la de escribir un poema sobre “commuting”, término inglés que designa los viajes que a diario realizamos de casa al trabajo y de trabajo a casa, y que fue el tema de uno de sus más populares poemas.
Betjeman fue renombrado por la nostalgia de un pasado reciente que desaparecía a velocidad de vértigo tras la segunda guerra mundial. Enseguida me di cuenta que esta nostalgia y su lenguaje pasado de moda, aunque simple, daría a mi historia un sabor a reminiscencia y una distancia histórica.

Me decidí por una interpretación bastante radical del concepto “commuting”. Así pues decidí utilizar un vocabulario llano, básico, cotidiano y contar la historia del viaje a pie de un niño pequeño camino del colegio.

Mi chiquillo tenía un hermano mayor que lo atormentaba, una madre que lo consideraba malo y un padre que estaba muerto, y que posiblemente lo maltrató mientras estuvo vivo. Este pequeño tenía una imaginación viva, aunque susceptible, y un tremendo deseo de ser considerado un tipo duro.

Mi “commuter”, en vez del coche, el tren o el autobús utilizaba sus piernas y su mente para viajar.

Debido a las extremadamente complicadas estructuras impuestas por el estilo de Betjeman no he considerado publicar una versión traducida. ¡Espero que al menos algunos de mis lectores hispanoparlantes puedan sacar algo en limpio de todo ello!

Eileen Brandon, 2008


GATES / PUERTAS Y VERJAS

He sneaks past the gates where the factory girls,
With bosoms like bolsters and stiff yellow curls,
Have threatened to give him a cuddle and kiss…
And other delights that a boy shouldn’t miss.

He creeps past the gates where a creature in black
Is said to steal children who never come back.
Her spine is so crooked her hands brush her toes,
Her mouth is so toothless her chin meets her nose.

He runs past the gates which are open till dark,
Inviting him in to the swings in the park.
He’ll never succumb, for the bullies are there
All waiting to taunt him or tear out his hair.

He bolts past the gates where a slobbering hound
Is aiming to get him in one mighty bound.
He knows it is chained, yet he can’t help but think
It’s secretly gnawing that one fatal link.

He speeds past the gates which are locked all the time,
Behind which live boys who’ve committed some crime.
He’s scared that the wardens might well drag him in,
For Mum always tells him he’s riddled with sin.

He slinks past the gates where they bury the dead,
His hood pulled right over, protecting his head.
His brother keeps saying he’s seen their Dad’s ghost…
And that is the horror that haunts him the most.

He finally reaches the gates of his school,
And through them he saunters, so splendidly cool
That nobody knows or would ever believe
The terror he feels when the time comes to leave.

jueves, 22 de marzo de 2007

LA PORTADA ORIGINAL, "LOS JUEGOS DEL JURADO"



Esta obra tiene lugar “en un tiempo futuro” y tiene la intención de levantar polémica en lo social, ético y sobre los problemas religiosos que pudieran surgir si la eutanasia se legalizara. Los tres solicitantes representan a un egoísta, un frívolo y un generoso - todos los tipos de personas que pudieran presentarse ante tal jurado si existiera.


ID A LA ENTRADA DEL CINCO DE DICIEMBRE DE DOS MIL SEIS PARA LEER LA OBRA EN CASTELLANO.

domingo, 17 de diciembre de 2006

TAN ALTA COMO LA LUNA, de Dorothy Eileen Brandon

Título original: “Bricks and Clay”
Canción original: “London Bridge”

PERSONAJES

(En orden de aparición)

LUCÍA
BÁRBARA
LA SEÑORA GIL
ROSI
MARIÓN
LA SEÑORITA SANCHIZ
1ª MUJER
2ª MUJER
3ª MUJER

LA ESCENA

La escena se desarrolla en el salón de un piso en el que el mobiliario está claramente descuidado. Al fondo del escenario, en el centro, hay una mesa, con una silla a cada lado. En la parte delantera, a la derecha, hay un sofá y a la izquierda, un sillón. El acceso a la cocina y al baño están a la derecha del escenario, y el acceso a la puerta de la calle, a la izquierda. Cuando el telón sube Lucía está extendiendo unas hojas de periódico en la mitad derecha de la mesa.

Lucía. ¿Todavía no has cogido el agua? (Coloca los botecitos de pintura, el papel y el pincel sobre las hojas de periódico) Ya está listo. (Hace un intento fortuito de ordenar algunos de los viejos juguetes esparcidos por la habitación) Como te estés calando ahí dentro me enfadaré. (Cruza hasta la puerta de la derecha) Venga Bárbara, sé buena. Como no salgas ahora mismo no te compraré golosinas nunca más. Bárbara ... por última vez ..... (Bárbara entra, es de mediana edad aunque una meningitis a los seis años le dañó el cerebro. Su vocabulario es limitado, aunque sus cuerdas vocales están perfectamente desarrolladas, y debe representarse como retrasada y no loca.) Escucha, te he dicho un millón de veces ... que no cierres la puerta del baño.
Bárbara, (Poniendo un tarro de agua sobre la mesa) No me mojado.
Lucía. Buena chica. Oh, ¡mira que pelo! ¿Has visto que desastre? Siéntate y te lo peino. (Bárbara se sienta en la silla junto a la mesa mientras Lucía busca un cepillo) ¿Qué demonios he hecho con él? (Lo encuentra junto a un cojín en el sofá) Ah, aquí está. ( Conforme se acerca a Bárbara con el cepillo, Bárbara se cubre la cabeza con los brazos.) Venga, no seas difícil. ¡Venga, vamos a cantar! (Con las manos todavía en la cabeza Bárbara se balancea para decir que “No”) Vale, yo canto. Tú das palmadas. (Lucía comienza a cantar) Quisiera ser tan alta (Bárbara empieza a dar palmas) como la luna (Lucía empieza a cepillarle el pelo) ay, ay, como la luna, como la luna……
Bárbara. ¡Ay! Me haces daño.
Lucía. Te lo mereces. Si me dejaras que lo hiciera más a menudo .... Mira, así está mucho mejor. Espera un momento, casi he terminado. ¿Ves? Mira que bien. Y ahora me puedes pintar algo bonito.
Bárbara. ¿Qué pinto?
Lucía. No sé. Un barco, cualquier cosa. Una casa con humo saliendo de la chimenea. Lo que sea. Venga, empieza.
Bárbara. ¿Estás enfadada conmigo?
Lucía. ( Poniendo el pincel debajo del cojín) No, tonta. Es que Marión va a venir.
Bárbara. No me gusta Marión.
Lucía. Ya te lo he dicho otras veces - no debes decir eso. Es tu hermana.
Bárbara. Tú eres mi hermana.
Lucía. Las dos somos tus hermanas.
Bárbara. ¿Tú tienes una hermana?
Lucía. (Con paciencia) Sí. Tengo dos hermanas. Tú y Marión.
Bárbara. Has dicho que Marión era mi hermana .....
Lucía. (Cogiendo un oso de peluche muy desgastado y evidentemente muy apreciado y querido, y colocándolo en la silla a la izquierda del escenario) Ya sé. Haz un dibujo del osito. El osito sentado en una silla.
Bárbara. Tú me ayudas.
Lucía. No. Hazlo tú sola, y mientras a ver si puedo quitar un poco de esa fregotina. (Llaman al timbre) Oh, Dios. ¡Cómo no he pensado que vendría antes! (Sale del escenario por la izquierda para abrir la puerta mientras Bárbara empieza a pintar, y vuelve seguida de la señora Gil)
Señora Gil. ..... y todos pensamos que ya era hora de decir algo.
Lucía. ¿Quién es ese “todos” exactamente?
Señora Gil. Bueno, la señora Martínez, la señorita Del Río, el señor Román de en frente, y la familia del número siete. Está la señora del número nueve y .....
Lucía, (Interrumpiendo) Ya entiendo. ¿Y todos esos adultos se asustan de mi hermana? ¿Asustados de alguien que en realidad no es más que una niña? (Bárbara mira con el pincel en la boca) Venga, Sra. Gil, tendrá que buscarse una excusa mejor. ¡Mírela! No asustaría ni a un ratón. ¿Cuál es la auténtica razón ?¿Estamos bajando la categoría de la vecindad o algo así?
Señora Gil. Asusta a los niños. Justo el otro día dio un susto de muerte al hijo de la Sra. Martínez.
Lucía. ¿Al hijo de la Sra. Martínez? Esa bestia de quince años que atormenta a las señoras mayores e intimida a los pequeños? No pretenderá que me crea que mi hermana ....
Señora Gil. He venido con la mejor de las intenciones. Simplemente a pedirle que mantenga a esa idiota fuera de la calle. Si Vd. elige vivir en un tugurio (Mira alrededor despectivamente) es asunto suyo. Pero si nos hace la vida imposible a todos los vecinos, entonces será el nuestro. Hemos pagado mucho dinero por nuestras casas y si hubiéramos sabido que una de ellas iba a convertirse en pisos como éste nos hubiéramos unido y lo hubiéramos evitado. Pisos de negocios para mujeres de negocios - eso es lo que nos dijeron. ¿Y qué tenemos? Una loca en éste y una prostituta en el de arriba ....
Lucía. ¿Una prostituta arriba? ¿Rosi? Tiene muchos amigos varones. Porque es amable ... y graciosa ... y generosa. ¿Y eso la convierte en una prostituta?
Señora Gil. No estoy aquí para discutir qué convierte a una mujer en una prostituta. Estoy aquí para avisarle - o mantiene a esa criatura fuera de la calle o se arrepentirá .....
Lucía. ¿Cómo voy a mantenerla lejos de la calle? Tengo que ir de compras y no puedo dejarla sola. ¿Qué me sugiere que haga? ¿Que la ate a la pata de la mesa .....?
Señora Gil. No me importa lo que pueda o no hacer. Todo lo que le estoy diciendo es ..….. manténgala lejos de la calle o se arrepentirá.
Lucía. ¿Me está amenazando? (Bárbara se agacha detrás de la mesa.)
Señora Gil. Sólo le estoy informando. Todos estamos perdiendo la paciencia, y como no mejoren las cosas, tendremos que hacer algo al respecto.
Lucía. ¿Tendremos? No creo que nadie más sea tan ....
Señora Gil. ¿No lo cree? Bueno, eso lo podemos solucionar fácilmente. Traeré una comisión por aquí, eso es lo que haré.
Lucía. ¿Una comisión?
Señora Gil. Había venido perfectamente dispuesta a escuchar algo razonable pero no ha hecho nada más que insultarme. Muy bien. Si no me quiere hacer caso a mí, quizá se lo haga a ellas …….
Lucía. ¿Podría marcharse, por favor? Estoy esperando una visita que debe estar a punto de llegar.
Señora Gil, (Mientras se marcha) Me iré - pero tendrá noticias nuestras en un futuro muy cercano - fíjese en mis palabras. (Sale)
Lucía. Venga sal de ahí, Bárbara, ya se ha ido. Venga, sal.
Bárbara. Mujer mala. Bruja.
Lucía. No, sólo tonta. Todos somos tontos algunas veces, ¿verdad? Venga, sigue con tu dibujo. Oh, mira tu pelo otra vez - tendré que volver a peinarte. (Llaman a la puerta) Demasiado tarde - aquí está. (Va a abrir la puerta mientras Bárbara empieza a pintar de nuevo, y vuelve seguida de Rosi, que tiene un aspecto algo provocativo aunque emana una calidez reconfortante.) Creí que era mi hermana ....
Rosi. No me quedaré si está esperando una visita. Es que pensé que te gustaría ver lo que me he comprado en Maybelle. (Le enseña un camisón ligero) Atrevido, ¿no? ¡Ah! Se me olvidaba. (Se busca en el bolsillo.) Te he comprado unas golosinas, cariño. ( Lanza una bolsa de golosinas a la mesa.) No te importa, ¿verdad? ..... ¿Por una vez? (Examina el camisón de nuevo.) No estoy muy segura del color. ¿Qué te parece? Tenían uno negro, pero no me atrevo a llevar negro otra vez .... no después de la última vez ....
Lucía. ¿La última vez?
Rosi. Sí. Me lo arrancó por la espalda, eso hizo. ¡Se puso comun loco! En realidad fue muy agradable, pero a mi edad te contentas con algo menos enérgico. (Se acerca a Bárbara.) ¿Qué estás pintando, cielo? Oye, no te los metas todos en la boca de una vez. (Coge el dibujo.) ¡Hombre, qué sorpresa! (Sostiene el dibujo en el aire.) Me recuerda a mi primer marido. Carbonero. Nunca pudo sacarse la suciedad de la piel. Ni el olor de su cuerpo. Un olor extraño el del carbón. Me recuerda al de los caballos. (Vuelve a colocar el dibujo sobre la mesa.) ¿Queréis venir a ver la tele esta noche?
Bárbara. ¡Por favor! ¡Por favor!
Lucía. Nos encantaría. Gracias.
Rosi. Lo estoy haciendo por mí, no por vosotras. No puedo soportar sentarme ahí, reírme sola. Os dejaría más sola que la una si tuviera una cita.
Lucía. ¿Ah, si? (Incrédula)
Rosi. ¡Claro que sí! Bueno, dependería de la cita, claro. Oye - casi se me olvida la otra razón por la que vine. Es que he visto a esa vieja bruja salir de aquí, salió disparada, echaba humo. Problemas, pensé. ¿Qué quería?
Lucía. Que nos quedemos siempre en casa - que no deje a Bárbara que salga a la calle. Dice que todos se quejan de que asusta a los niños.
Rosi. ¿Que asusta a esa pandilla? Las bestias más maliciosas que jamás he conocido. ¿Que les asusta? Dios, ellos me asustan a mí, no me importa decírtelo. Espero salir de aquí antes de que lleguen a la pubertad, o como se llame. No le hagas ningún caso. Bárbara no asustaría ni a una pulga, ¿verdad que no, cariño? Oye, (Volviendo a coger el dibujo de nuevo.) ¿no me digas que no te recuerda a Picasso en su período negro?
Lucía. ¡Tonta! El nunca tuvo un período negro.
Rosi. No, pero lo que sí que tuvo fue un auténtico período azul o triste, como quieras llamarlo, y así es como yo me siento ahora, triste, o azul, como diría un americano. Pues subir a las ocho y trataremos de animarnos. Hasta luego, Bárbara, y sigue con tu buen trabajo. Ese dibujo tiene verdadero estilo. Pero hazme uno en un color más bonito, ¿eh? especial para mí. Bueno pues, Hasta luego …. (Suena el timbre.) Uy, tu hermana. Será mejor que rescate un poco de ginebra para esta noche - con una cosa y otra la vas a necesitar. (Lucía acompaña a Rosi hasta la puerta.)
Bárbara. (Para ella.) No tengo colores bonitos. San terminao. (Da la vuelta a unos cuantos botes y los sacude.) Todos terminaos. (Marión entra, seguida de Lucía.)
Marión. Esa horrible mujer. Hola Bárbara, ¿cómo estás hoy? (Va hasta la silla y coge el oso de peluche de la oreja, con una mirada de tremenda repugnancia.)
Bárbara. Esa es la silla del osito.
Marión, (Riéndose falsamente) Dios mío, no estaría bien sentarse en la silla del osito, ¿verdad? (Cruza hasta el sofá y lo desempolva con su guante antes de sentarse.)
Lucía. ¿Quieres una taza de té o algo?
Marión. No, gracias. Y siéntate, si no te importa. Tengo unas cuantas cosas que decirte.
Lucía. Ah, ¿así que entonces ésta no es una visita social? Cuando recibí tu carta pensé que …. (Se sienta en la silla junto al oso de peluche)
Marión. No tengo mucho tiempo así que iré al grano. (Mira por la habitación y luego enfoca sus ojos en las piernas de Lucía.) ¿Cuándo fue la última vez que te pusiste una falda?
Lucía. ¿Has hecho veinte kilómetros para preguntarme eso?
Marión. Claro que no. Pero todo es parte de lo mismo. Mírate. Y mira esta habitación. Y no me importaría jugarme algo a que el fregadero está lleno de vajilla sucia de ayer.
Lucía. Ganarías. (Cansinamente) Ya hemos hablado de esto docenas de veces, así que ¿qué sentido tiene?
Marión. El sentido que tiene es que ya es hora de hacer algo. No pareces dispuesta a hacer ningún esfuerzo, así que ahora me toca a mí.
Lucía. ¿Así que ahora te toca a ti, eh? Recuerdo perfectamente aquellos tiempos en que solías hacer como que eras adoptada, como que no pertenecías a la misma familia que nosotras.
Marión. Era una niña. Y además, lo creía. Parezco lo suficientemente distinta. Además, tú solías pasearla sólo para humillarme delante de mis amigos.
Lucía. Cualquier cosa que no fuera encerrarla en el sótano era pasearla ….. según tú. Oh, Dios, no discutamos, Marión. Seamos civilizadas, al menos.
Marión. Eso es. La forma en que vivís no es civilizada. Así que tendré que hacer algo al respecto, ¿no? De hecho ya he hecho algo. (Rápidamente) He encontrado un pisito muy agradable para vosotras - al otro lado del río. Al mismo precio, aunque mucho más bonito. También os podéis quedar con algunos de mis muebles. Ahora que las niñas ya no están en casa y que Eduardo ha conseguido su ascenso, creo que puedo permitirme el lujo de comprar muebles nuevos …..
Lucía. ¿Eduardo ascendido? Así que ahora eres la mujer de un director de banco, ¿eh?
Marión. Bueno …. Casi. Está esperando su traslado, que será en cualquier momento.
Lucía. ¿Su traslado?
Marión. Sí. No tienen por norma dejarles en la misma sucursal …..
Lucía. ¿Su traslado? ….. ¿Adónde? Venga, ¿adónde? Viene a esta zona, ¿verdad? Y nos quieres quitar del medio, ¿no? Embaucadora, hipócrita .
Marión. Oh Dios, Lucía, por favor trata de ser comprensiva. No ha sido fácil - nunca ha sido fácil.
Lucía. No. Eso siempre ha sido evidente. Al principio, cuando conociste a Eduardo te atormentabas con el temor de que se enterara de lo de Bárbara. Cuando se enteró te atormentabas por si no se creía que había sido una meningitis la responsable. Cuando las niñas eran pequeñas te angustiaba el que se enteraran de su tía la loca. Tus palabras, no las mías. Y ahora después de todos estos años evitándonos vas a aterrizar a la puerta de nuestra casa. Pobre Eduardo - perderá todos sus clientes si se enteran que tiene dos cuñadas espantosas, - y que además viven de la seguridad social, …..retirarían todos sus ahorros, ¿verdad? Me aburres. Como si a alguien le importara - excepto a ti y a Eduardo.
Marión. No lo entiendes. Nunca lo entendiste.
Lucía. Muy bien …. Hablaremos de ello. ¿Cómo es ese piso?
Marión. Oh Lucía, créeme, es un palacio comparado con este. Tiene mucha luz y está muy limpio, y muy cerca de las tiendas, y hay una zona enorme de oficinas en la calle principal que necesita personal desesperadamente …..
Lucía. Ahora todo empieza a encajar. Necesitan personal desesperadamente, ¿eh? (Se levanta) ¡No, Marión, no! No la voy a mandar a uno de esos lugares. Esa es la idea, ¿no? Yo voy a trabajar, y ella va a uno de esos lugares.
Marión. Sólo estoy pensando en ti … créeme, estoy pensando en ti. ¿Qué tipo de vida has tenido siempre - siempre con una carga? Y no es como uno de esos lugares - Sólo están dos por habitación, y hay televisión en color y la comida es maravillosa (Echa una carcajada nerviosa.) Ojalá nosotros comiéramos la mitad de bien.
Lucía. Así que ya has seleccionado la cárcel, ¿no?
Marión. No seas tonta. Ya te lo he dicho. No se parece en nada a una cárcel - no me importaría nada quedarme allí yo misma.
Lucía. Bueno. Entonces vete tú. Dios mío, ya puedo visualizarlo. Bonitas cortinas rosas y bonitas pastillas rosas para mantenerlos a todos sentados todo el día delante de la bonita televisión en color. Zombies. Limpios, quietos, bien portados zombies, drogados. Muertos. ¡Muertos! Pero Bárbara no. Al menos ella tiene vida, y va a continuar teniéndola.
Marión. (Cansinamente) Parecen lo suficientemente contentos.
Lucía. Tal vez. Ni contentos, ni tristes. Nada. ¿Y se supone que eso es vida?
Marión. Sólo estaba tratando de ayudarte. Siempre he intentado ayudarte. Te he enviado toda mi ropa vieja - cuando ni siquiera estaba estropeada. Te he enviado el dinero que he podido. Hasta te di todas mis pastillas cuando atravesó aquel período hiper - activo el año pasado …..
Lucía. Te lo dije entonces, y te lo repito ahora, no va a tomar pastillas. Va a estar feliz, triste, va a ser buena, mala, lo que sea ….. como cualquier niño de seis años.
Marión. No tiene seis años. ¿No te das cuenta? Es una mujer, Si tuviera seis años, sería fácil. Algunas veces pienso que tú también eres retrasada. A veces pienso que imaginas que es tu propia hija…… sí, eso es - un sustituto porque no pudiste conseguir un marido.
Lucía. Estás loca. ¿Nunca has oído hablar de la palabra “amor”? No creas que porque tú no puedas quererla ….. Oh, Dios, qué pérdida de tiempo. Voy a traerte esas pastillas que tomas. En tu lugar me tomaría un par de ellas antes de decirle a Eduardo que si quiere deshacerse de nosotras tendrá que arrancarnos de aquí. (Sale corriendo por la puerta de la cocina.)
Bárbara. No me gustas.
Marión. Y tú a mí tampoco. ¿Por qué no te moriste? ¿Por qué me arrodillé hace tantos años y recé para que no murieras? (Se acerca hasta la mesa) ¡Mira esto! ¡Negro! ¿Quien ha oído alguna vez que un niño de seis años haya pintado un dibujo negro? (Bárbara parece más aturdida que nunca) ¿Por qué no utilizas el rojo….. o el azul (elevando la voz) o el verde? Te diré por qué, porque estás loca. (Rompe el dibujo en dos)
Bárbara. Has hecho daño a mi dibujo.
Marión. El negro es malo. Malo, ¿entiendes? Escarabajos negros, brujas, odiosos gatos negros que te arañan los ojos hasta sacártelos ¡Sucios! (Para y se echa las manos a la cara horrorizada, y Bárbara gatea hasta colocarse detrás de la mesa) Oh, Dios mío, ¿qué me está pasando? ¿Qué estoy haciendo…..?
(Lucía entra con un bote de pastillas de colores en la mano.)
Lucía. ¿Qué le has hecho? ¡Bárbara! ¿Qué pasa? (Marión cruza hasta la silla a la izquierda del escenario y se deja caer en ella. Lucía se le acerca y se inclina sobre ella de forma amenazante) La has estado asustando, ¿no? ¿No puedo confiar en ti ni siquiera diez segundos? Aquí tienes, coge tus pastillas y vete. (Le tira el bote a la silla) Venga, sal antes de que te mate. (Entonces va detrás de la mesa para coger a Bárbara) Venga, sal de ahí, cariño. Todo está bien - nadie va a hacerte daño.
(Marión cruza hasta el sofá y coge su bolso y sus guantes)
Marión. (Vacilante) ¿Nos volveremos a ver……?
Lucía. Por favor Marión - vete, ¿vale?
Bárbara. Ha hecho daño a mi dibujo.
Lucía. Bueno, eso no importa, puedes hacer otro, ¿verdad?
Bárbara. No.
Lucía. Claro que puedes.
Bárbara. No. No me compraste colores bonitos.
Lucía. Sí, te compré algunos la semana pasada.
Bárbara. San terminao.
Lucía. Te compraré más la próxima vez que salgamos. Venga, ¿Por qué no jugamos a la mentira, quieres?
Bárbara. No.
Lucía. Como quieras. (Empieza a recoger los botes de pintura y las hojas de periódico, mientras Bárbara se acerca al sofá para coger su oso de peluche. Coge el oso y advierte el bote de píldoras. Mira furtivamente la espalda de Lucía y se las mete al bolsillo, después se sienta en la silla y acuna su peluche.) ¿Quieres que te lea algo? (Suena el timbre) Oh no, no creo poder soportar más por hoy.
(Va a abrir la puerta y Bárbara se saca el bote de pastillas del bolsillo y las observa, volviendo a metérselas en el bolsillo apresuradamente cuando Lucía entra con la Srta. Sanchiz.)
Lucía. ¿Del Departamento de Servicios Sociales? No recuerdo haber pedido venir a nadie del Departamento de Servicios Sociales.
Srta. Sanchiz. No. Vd. no lo hizo. No tiene teléfono y por eso no pude llamarle primero - y como me pillaba de paso …..
Lucía. Bien, ¿qué puedo hacer por Vd.?
Srta. Sanchiz. ¿Puedo sentarme?
Lucía. Sí, por favor. (Indica el sofá)
Srta. Sanchiz. (Bastante nerviosa) He recibido una carta …..
Lucía. ¿Sí?
Srta. Sanchiz. Una queja, en realidad.
Lucía. ¿Ah sí? ¿De quién?
Srta. Sanchiz. Bueno ……..no estaba firmada exactamente.
Lucía. ¿Una carta anónima?
Srta. Sanchiz. Bueno ……..sí
Lucía. ¿Y en su departamento, no existen las papeleras?
Srta. Sanchiz. Sí, claro …….. Ah, ya le entiendo. Mire, por favor no complique Vd. las cosas - No llevo haciendo este trabajo mucho tiempo - Todavía estoy bastante perdida. Y estoy aquí para ayudarla. (Con tristeza) Todo el mundo supone que sólo queremos entrometernos.
Lucía. Lo siento, pero he tenido un mal día. Esta carta, …….. ¿de qué trata? Como si no pudiera adivinarlo.
Srta. Sanchiz. Parece ser que su hermana ha ………. tenido un pequeño problema últimamente.
Lucía. ¿En serio? ¿ Qué tipo de problema?
Srta. Sanchiz. Parece ser que Vd. no siempre la controla todo lo bien que debiera.
Lucía. (Sentándose en el sofá) ¿Podría ser un poco más específica? Suponiendo que la carta fuera un poco más específica, claro.
Srta. Sanchiz. Parece que los niños de la vecindad le tienen miedo - y que hubo un problema con un cachorro, según tengo entendido.
Lucía, (Imitando a la Srta. Sanchiz) Parece que el contenido de esa carta tiene que ver exactamente con lo que yo había imaginado. Parece que todo esto va a ser una gran pérdida de tiempo.
Srta. Sanchiz. De veras que sólo quiero ayudar, sabe.
Lucía. Seguro que sí. Y hubiera ayudado mucho más si hubiera tirado esa carta a la basura.
Srta. Sanchiz. Tenemos que hacer un seguimiento de estas cosas - aunque el motivo sea puro rencor.
Lucía. ¿Por qué?
Srta. Sanchiz. Porque el motivo no importa. Si Vd. escuchara a un niño chillando por la noche, todas las noches, y lo denunciara simplemente porque no puede dormir, nosotros seguiríamos teniendo que investigarlo, ¿no cree?
Lucía. Supongo que sí. Sí, claro.
Srta. Sanchiz. Y el asunto es que - si Vd. no puede hacer frente a esto adecuadamente, hay cosas que podríamos hacer para ayudarle.
Lucía. Como apartarla de mi lado - como meterla en uno de esos ……..
Srta. Sanchiz. Desde luego que no. Nunca hacemos eso - a no ser que sean peligrosos - para sí mismos, para otros.
Lucía. ¡Mírela! ¿Le parece peligrosa? Sí, hubo un incidente con un cachorro. Lo cogió para abrazarlo. Un cerebro de seis años no se las arregla siempre bien con un cuerpo adulto. No podría decirle lo fatal que me sentí por ello - pero nunca había pasado antes y nunca volverá a suceder.
Srta. Sanchiz. Y las tiendas. Coge cosas de las tiendas.
Lucía. Lo sé - pero siempre las devuelvo. Y de hecho nunca ha salido de la tienda con nada. Yo me aseguro de ello.
Srta. Sanchiz. Pero aceptará Vd. que esto puede ser tremendamente molesto para los tenderos, ¿no?
Lucía. Todos nos conocen. Creía que lo entendían.
Srta. Sanchiz. Seguro que lo entienden. Pero puede seguir siendo irritante, ¿no cree? Estoy segura que Vd. puede entender a su hermana mejor que nadie, aunque sin duda se enfada con ella exactamente igual. En cualquier caso, lo que quería pedirle era si consideraría dejarle ir a un centro diurno. Tenemos unas cuantas plazas vacantes.
Lucía. Eso lo intentamos, hace años. Lloraba constantemente. Y no la quiero sentada ahí todo el día haciendo inservibles esterillas de rafia.
Srta. Sanchiz. Hacen muchas más cosas que eso. ¿ A propósito, qué sabe hacer?
Lucía. Lo que sabe hacer cualquier niño de seis año, supongo. Sólo que ella es más torpe. Sabe lavarse y vestirse, contar hasta veinte, hacer una bufanda a punto, recitar poesías infantiles, jugar a la mentira ……
Bárbara. Hacer dibujos bonitos. Sé hacer dibujos bonitos. Díselo a la señora, Lucía.
Lucía. Hacer dibujos bonitos.
Srta. Sanchiz. Sí, pero se le podrían enseñar cosas mucho más útiles - y quizá Vd. podría encontrar un trabajillo -
Lucía. Este es mi trabajo. Siempre ha sido mi trabajo desde que mamá murió. Oh Dios, Ojalá la gente dejara de decirme qué tengo que hacer con mi vida. Es mi trabajo y me encanta, y todo el mundo se empeña en arrebatármelo. No estoy amargada, no soy una mártir - soy perfectamente feliz - o lo sería si me dejaran en paz. (Suena el timbre) Eso es todo lo que pido - que se me deje en paz. (Va a abrir la puerta y se oyen voces fuera del escenario. Vuelve seguida de la Sra. Gil y un número de mujeres entre tres y seis.)
Sra. Gil. Ya le dije que traería una comisión.
Lucía. Así que estas son las dos o tres mujeres reunidas bajo su dirección, ¿no es así?
Sra. Gil. Quizá se digne por fin a escucharme esta vez.
Lucía. A propósito, esta es ¿la Srta.? (La Srta. Sanchiz inclina la cabeza) La Srta. Sanchiz, de los Servicios Sociales. Está haciendo un seguimiento por una queja anónima que recibió sobre mi hermana y sobre mí. ¿Sabe Vd. algo de eso, Sra. Gil?
Sra. Gil. Si está insinuando que yo escribí una carta anónima, se está Vd. equivocando. Estoy pero que muy dispuesta a poner mi nombre a cualquier carta que tenga que escribir. Pero sencillamente eso viene a demostrarle que yo no soy la única que tiene quejas como tan groseramente sugirió Vd. hace un rato.
Lucía. Entonces le pido disculpas. Me temo que no puedo ofrecerles un asiento a todas, señoras. No estamos acostumbradas a tantas visitas. Bueno, adelante. No permitan que la presencia de la Srta. Sanchiz les coarte.
Sra. Gil. Yo ya he dicho lo que pienso - al menos todo lo que Vd. me ha permitido. Venga señoras, hablen sin miedo. Eso es para lo que estamos aquí, ¿o no?
1ª Mujer. Es mi Natalie. Dice que su hermana la mira fijamente. Y se ríe de una forma extraña. Y le quitó las golosinas el otro día mientras Vd. pagaba el periódico, y Natalie no quiso decir nada porque tenía miedo.
Lucía. Lo siento mucho. He de tener presente que tengo que tener los ojos bien abiertos en el futuro. Por favor permítame pagarle esos dulces…..
Sra. Gil. (Interrumpiendo) No se trata de eso.
Lucía. ¿Alguien más?
La 2ª y la 3ª mujer hablan a la vez.
2ª Mujer. Y Robin cruza la carretera cada vez que la ve - un día le pillará un coche……
3ª Mujer. Una vez empujó a mi nieto del triciclo y se hizo un corte en la rodilla……
Lucía. Una por una, por favor. (Durante las próximas intervenciones Bárbara ofrece a todas sus golosinas. Todas rehusan excepto la Srta. Sanchiz)
2ª Mujer. Robin le tiene auténtico pánico, sabe. Ahora no quiere ir al colegio por si se la encuentra. (A la Srta. Sanchiz) ¿Quizá si hiciera la compra mientras los niños están en el colegio? Eso ayudaría.
Srta. Sanchiz. ¿Qué le parece eso?
Lucía. Sí …..sí, de acuerdo. Sólo es que a ella le encanta ver a los niños - pero bueno. Me ocuparé de ello.
3ª Mujer. No quisiera ser irrazonable, pero es desconcertante cuando mi nieto se queda conmigo y de repente viene y se asoma por la valla. La primera vez que sucedió tuvo pesadillas. No quiero tenerlo metido en casa todo el día, pero supongo que a una mala tendré que hacerlo. Grita de repente, sabe. Creo que es sobre todo el grito lo que lo desazona.
Srta. Sanchiz. ¿Con qué frecuencia se queda su nieto con Vd.? Quizá Vds. dos podrían llegar a un acuerdo ……
Lucía. Dígame cuándo viene y tendré más cuidado. De verás que lo haré. Escuchen todas, prometo intentar mantener el máximo control. Está acostumbrada a esto, saben, pero no quiero hacer infeliz a nadie, y mucho menos a los niños.
1ª Mujer. Y el cachorro. El cachorro de mi vecina. Su pequeña estaba desconsolada. Oh por favor no me mal interprete, - sé que no fue a propósito. Pero no conoce su propia fuerza. Y la próxima vez podría ser un niño, ¿no? ¿Por qué no puede ir a uno de esos lugares? A veces les veo irse juntos en un autobús, a los pobres. Pero estoy segura de que están contentos allí - dicen que los mantienen ocupados todo el tiempo. Eso es lo mejor, ¿no? Mantenerlos ocupados.
Srta. Sanchiz. En realidad creo que todas Vds. deben ejercitar un poco su paciencia mientras solucionamos las cosas. Y vamos a solucionarlas, ¿verdad? (A Lucía)
Sra. Gil. No estoy nada convencida de que las cosas vayan a solucionarse tan sencillamente - y si tengo más problemas se lo informaré a la policía. No puede haber alguien por ahí aterrorizando a la vecindad todo el tiempo.
Srta. Sanchiz. Por supuesto que no. Pero aterrorizando - es un poco fuerte, ¿no le parece?
Sra. Gil. Si Vd. tuviera hijos, Srta. Sanchiz.
1ª Mujer. Puede que sea mejor que nos vayamos ahora, Sra. Gil …….. No podemos hacer nada más, ¿no?
Sra. Gil. Muy bien. Aunque si no hay una mejoría evidente llevaré este asunto más lejos. Acompáñenme señoras.
( Salen todas excepto la 1ª Mujer que se rezaga un poco)
1ª Mujer. Adiós querida. Seguro que todo irá bien. (Sale)
Srta. Sanchiz. Bueno, no ha estado tan mal, ¿no?
Lucía. ¡Uff! ¡Qué alivio! Gracias a Dios que estaba Vd. aquí - de lo contrario habría perdido los estribos y las cosas hubieran ido mucho peor.
Srta. Sanchiz. ¡Aha! ¡A veces somos útiles, sabe!
Lucía. ¿Le apetece una taza de té o algo?
Srta. Sanchiz. Un té sería ideal. Vd. vaya a hacerlo y yo hablaré con su hermana. (Lucía sale) Cuántos años tienes, cielo?
Bárbara. No sé.
Srta. Sanchiz. ¿Qué es lo que más te gusta hacer en este mundo?
Bárbara. Golosinas.
Srta. Sanchiz. No corazón. ¿Qué te gusta hacer?
Bárbara. Cantar.
Srta. Sanchiz. Pues cántame una canción.
Bárbara. No. Juega la mentira conmigo.
Srta. Sanchiz. De acuerdo. Coge las cartas que yo me voy a quitar el abrigo. La mentira es tan emocionante, ¿verdad? Y hace bastante calor aquí. (Se quita el abrigo y debajo lleva toda la ropa negra. Una mirada de consternación invade la cara de Bárbara.)
Bárbara. Malo.
Srta. Sanchiz. (Colocando el abrigo en el respaldo de la silla.) ¿Qué, cariño?
Bárbara. ¡Malo! ¡Quítalo!
Srta. Sanchiz. ¿Que me quite qué, cariño?
Bárbara. (Avanzando hacia La Srta. Sanchiz que se echa hacia atrás) Escarabajos negros, brujas. Escarabajos negros, brujas. Odiosos gatos negros arañan los ojos hasta sacarlos, arañan los ojos asta sacarlos. ( La Srta. Sanchiz se cae de espaldas en la silla) Quítalo. Quítalo. (Agarra el vestido de la Srta. Sanchiz)
Srta. Sanchiz. ¡No! ¡Fuera! ¿Qué estás haciendo?
Bárbara. Malo, malo. ( Tira con fuerza del vestido y en un momento de pánico La Srta. Sanchiz le da un manotazo. Bárbara se lo devuelve. La Srta. Sanchiz empieza a gritar y forcejea. Lucía entra.)
Lucía. Dios mío, ¿Qué estás haciendo? Para Bárbara. Para. (Consigue apartarla) Lo siento ….. Lo siento …. No sé qué decir …… Oh Dios mío.
(Bárbara sentada en el sofá lloriqueando.)
Bárbara. Sucio. Sucio. Marión dijo sucio.
Lucía. Calla, calla, maldita imbécil. (Bárbara gatea detrás de la mesa) ¿Qué puedo decir? ¿Qué puedo hacer?
(La Srta. Sanchiz se recupera lentamente y se pone el abrigo.
Srta. Sanchiz, (Calladamente) Creo que me ha ocultado algunas cosas
Lucía, ( Casi llorando) No lo he hecho, lo juro que no.
Srta. Sanchiz. Debe entender que tendré que informar de esto. No tengo alternativa.
Lucía. ¡No! ¡Por favor!
Srta. Sanchiz. Debo hacerlo. Y Vd. debe enfrentarse a los hechos. No se le puede permitir continuar sin algún tipo de supervisión …..
Lucía. ¡No! No van a llevársela …….. No se lo permitiré …….. (Se sienta en el sofá) No lo permitiré.
Srta. Sanchiz. Ya lo veremos. No hace falta que me acompañe hasta la puerta.
(Sale. La mirada de Lucía perdida en el espacio)

Bárbara. Quiero beber. ( Lucía se arrastra hasta la cocina. Bárbara coge su oso de peluche y se sienta en el sofá. Saca el bote de pastillas) ¿Quieres una golosina, Osito? ¿Quieres las golosinas de Marión? ( Abre el bote y saca una pastilla, se la ofrece al oso y luego se la mete en la boca. Le gusta el sabor dulce inicial, vacía el bote en la palma de su mano y se atiborra la boca de pastillas. Empieza a masticarlas, mira culpable hacia la cocina y se las traga apresuradamente , con una mueca. Lucía vuelve con un vaso de naranjada, y se sienta junto a Bárbara en el sofá. Bárbara bebe.) No me gusta Marión.
Lucía, (Automáticamente) Ya te lo he dicho, no debes decir eso.
Bárbara. No me gustan las golosinas de Marión.
Lucía, (Lentamente) No te dio ninguna golosina.
Bárbara. Sí me dio. No me gustan. Malas. (se estremece) Al osito no le gustan.
Lucía. ¿No le gustan?
Bárbara. Juega la mentira conmigo.
Lucía. Ahora no.
Bárbara, (Lloriqueando) Juega la mentira conmigo …..
Lucía, (Girándose hacia ella por primera vez) Por el amor de Dios cállate. (Entonces ve el bote vacío)
Bárbara. No me gustan sus golosinas. Saben sucio.
Lucía. (Con la voz temblorosa) ¿Te has comido todas? ¿Todas? (Agarra a Bárbara del pelo) Contéstame - ¿todas?
Bárbara, (Asustada) Sí.
Lucía, (Levantándose) Debo telefonear - debo llamar por teléfono, Dios mío no permitas que Rosi haya salido. ( se precipita a la puerta de la calle)
Bárbara. Luci, no te vayas, Luci. Luci, me duele la tripa.
(Lucía se detiene a la salida, luego muy lentamente se gira y vuelve.)
Bárbara. Nunca me dejarás, ¿verdad Luci?
Lucía, (Sentada junto a ella en el sofá y envolviéndola con sus brazos) No, cariño, nunca.
Bárbara, (Acurrucándose) Yo tampoco te dejaré nunca.
Lucía, (Cantando) Quisiera ser tan alta como la luna, ay, ay ………..
Bárbara. Veo la habitación rara.
Lucía. Bueno, es una habitación rara y vieja, ¿no? Cierra los ojos, cariño, y pronto estarás dormida. (Continúa cantando) Quisiera ser tan alta como la luna (Se le rompe la voz) Ay, Ay.


MIENTRAS BAJA EL TELON

martes, 5 de diciembre de 2006

LOS JUEGOS DEL JURADO, de Dorothy Eileen Brandon



PERSONAJES

LA OBSERVADORA.
EL JURADO:
EL MEDICO, seco; irascible.
EL PSIQUIATRA
LA MUJER
LOS SOLICITANTES:
LA SEÑORITA COLES, de mediana edad, abatida.
LA SEÑORA THORPE, ama de casa, vulgar.
LA SEÑORA MEADE, abuela.





IMPORTANTE

Esta obra tiene lugar “en un tiempo futuro” y tiene la intención de levantar polémica en lo social, ético y sobre los problemas religiosos que pudieran surgir si la eutanasia se legalizara. Los tres solicitantes representan a un egoísta, un frívolo y un generoso - todos los tipos de personas que pudieran presentarse ante tal jurado si existiera.

EL MEDICO y EL PSIQUIATRA pueden ser representados por mujeres si es necesario ó si se prefiere. Sus diálogos podrán ser fácilmente alterados para recoger estos cambios.
Grupos de arte dramático pueden improvisar sus propias solicitudes, si lo desean. Si lo hacen, deberán tener en cuenta las posibles reacciones del jurado. Y deberán representar estas improvisaciones antes de la aparición de LA SEÑORA MEADE.
(El Médico, El Psiquiatra y La Mujer están sentados a la mesa. Detrás de la mesa, muy a mano, hay unos estantes con archivos o ficheros. Hay un timbre encima de la mesa que suena en la habitación contigua. También hay bolígrafos y papel encima de la mesa para el jurado. La Observadora está sentada en una silla algo apartada de los otros, con lo que a primera vista La Observadora parece estar fuera de la acción. Hay una “tribuna tipo barra de testigos” elevada en una tarima y amueblada con una silla de respaldo alto.)

La Mujer (cerrando un fichero en el que ha estado escribiendo y que coloca en un estante). Pobre hombre ... Esperemos que tenga más suerte el año que viene ...

(La mujer coge otro archivo y mira el nombre de la tapa)

“Elaine Coles, Señorita ...”. Ah sí, Ya recuerdo ...

(Pulsa el timbre)

He leído su historial dos veces esta mañana, y todavía no puedo decidirme.
El Médico (Irritado). Quizá sea preferible. Nuestra función es verlos primero ... .
La Mujer. Lo que quería decir es cómo enfocar el caso, por supuesto. No cómo decidir ... .
El Médico. Sí. Venga, sigamos con ello, vale?
El Psiquiatra (Que ha ojeado rápidamente el fichero). Ah sí. Esta. Parece venir cada primavera. Se le da un sedante suave ... . Y vitaminas. Durante dos años consecutivos ha rehusado abiertamente a asistir a una clase de terapia de contacto... . Bueno, quizá yo pueda persuadirla.
La Mujer (Pulsa el timbre de nuevo). ¿Es que esto no funciona?

(La Señorita Coles entra, con un aspecto desaliñado y cansino)

¡Hombre, ya está Vd aquí. Siéntese, por favor ...

(Le indica la tribuna)

Señorita Coles (Entrando a la tribuna y de pie delante de la silla). Preferiría quedarme de pie.
El Psiquiatra. Como quiera, claro ... ¿Pero no estaría más cómoda sentada?
Señorita Coles. Estoy acostumbrada a estar de pie. Estoy de pie todo el día. Y cuando no estoy de pie estoy corriendo escaleras arriba, escaleras abajo. Siete días a la semana. Cincuenta y dos semanas al año, año tras año ... .
El Psiquiatra. Entonces ¿no sería un cambio agradable sentarse un rato?
Señorita Coles. Si me siento es el fin. No me volvería a levantar.
El Psiquiatra. Mm ... Señorita Coles, según su ficha ésta es la cuarta vez que se presenta ante un jurado. Parece ser que en las dos últimas ocasiones no cooperó Vd. demasiado. Dígame ¿Ha cambiado algo desde entonces?
Señorita Coles. Pues claro que ha cambiado. Soy un año - dos años más vieja. Estoy más cansada. Ella también es más vieja ... Pero no está cansada, créame. ¿Cómo iba a estarlo? Tumbada todo el día conmigo a su entera disposición. Tumbada ahí como una araña enorme. Arrojando cosas. Tirándome la comida. (Su voz se hace más estridente)... Sabe que me sacrifico para que ella pueda tener lo mejor. La mejor chuleta, la mejor habitación ... Lo mejor de todo.

(Justo en ese momento se hunde en la silla)

El Médico (Bruscamente). ¿Ha empeorado el estado de su madre desde el año pasado? ¿Pérdida de visión? ¿Pérdida de audición? ¿Falta de concentración? ¿Insomnio agudo?
Señorita Coles (Recuperándose ligeramente). Tiene los ojos de un halcón, come como un caballo, duerme como un tronco (El Psiquiatra esconde una sonrisa ante tal descripción) .... Ronca todo el día y me tiene despierta toda la noche. Soy yo la que se está volviendo loca, no ella ... yo ... . Quiero gritar sin cesar. Hasta mi piel quiere gritar. ¿Sabe Vd. lo que es eso? Ser un puro grito, una gran masa que es un puro grito ... (Vuelve de nuevo a su ritmo)
El Psiquiatra. De acuerdo, Señorita Coles, tómeselo con calma ....
Señorita Coles. No me diga Vd. a mí, ahí sentado, que me lo tome con calma. ¿Qué sabe Vd. de todo esto? ¿Qué sabe ninguno de Vds de esto?
El Médico. Le recetaré un calmante suave .... Y unas vitaminas. Y si su madre duerme todo el día, ¿no podría Vd. hacer lo mismo durante un par de horas mientras tanto?
Señorita Coles. No puedo dormir de día. No puedo dormir de noche. No puedo dormir a ninguna hora. estoy demasiado agotada. Demasiado rendida subiendo y bajando esas malditas escaleras todo el día. Y no me pida que baje la cama a la planta baja, porque no quiere. Dice que no es natural. No quiere, y punto.
El Psiquiatra. Venga, señorita Coles. ¿Una ancianita de casi ochenta años? ¿No se lo permite? Estoy seguro de que si se lo plantea con tacto ....
Señorita Coles. No es una ancianita. Es un monstruo ... (Con tristeza) ... Yo soy la ancianita. Míreme. ¡Venga, míreme! ... (Se ríe débilmente)... Debo ser la ancianita más joven del mundo.
El Médico (Tratando de tranquilizarla). Señorita Coles, a mí me parece que tiene el aspecto de una mujer de mediana edad perfectamente normal.
Señorita Coles. Se lo parezco ¿Sí? ¿Sabe Vd. cuantos años tengo? Cuarenta. No cincuenta y cinco .... Ni siquiera cincuenta .... Cuarenta .... Eso es todo.
El Médico. Bueno, estoy seguro que unas cuantas pastillas de hierro lo corregirán .... Sabe, su solicitud fue rechazada el año pasado, y parece que sus circunstancias han cambiado poco o nada desde entonces. Mucho me temo ...
La Mujer ( Interrumpiendo). Hay un asunto que quiero resaltar ... ( El Médico suspira. El Psiquiatra asiente con la cabeza.) ... Señorita Coles, ¿Podría esperar fuera un momento?
Señorita Coles (Levantándose cansadamente). No será mucho ¿no? Está sola.

(Va hasta la puerta)

... Nadie más se quiere quedar con ella ... ya no.

(La Señorita Coles sale)

El Médico. Sea rápida, por favor .... Aunque no veo que nada pueda alterar ....
La Mujer. Es simplemente que parece estar ... Bueno ... casi al límite de sus posibilidades ....
El Médico (Enfadado). Lo que Vd. no parece comprender es que los jurados de eutanasia no se establecieron para ayudar a gente como Coles a deshacerse de molestias crónicas con las que tienen que cargar.
La Mujer (Rápidamente). Lo sé. Lo entiendo perfectamente. ¿Pero no podríamos encontrarle a la madre una plaza en una residencia para estancias breves? (El Médico mueve la cabeza ).... ¿Ni siquiera para una o dos semanas? ¿Sólo para aliviarla un poco?
El Médico. Mire, Hemos debatido todo esto con anterioridad. Permítame que se lo repita. Ninguna esperanza. Hay una lista de espera de un kilómetro. La madre tendría que tener al menos noventa años y estar crónicamente enferma antes de que siquiera se le pudiera incluir en las listas. Según la ficha, esa anciana está como un roble.
La Mujer. Entonces debe estar mentalmente enferma, eso es todo lo que puedo decir. Nadie en su sano juicio se quedaría en la cama todo el día atormentando a su hija.
El Psiquiatra. Montones de ancianas y ancianos en su sano juicio hacen exactamente eso. Es su forma de hacerse la vida más emocionante .... Estimula la adrenalina ... Recuerdo un caso que tuve hace unos años ...
El Médico (Interrumpiendo). ¿Podríamos por favor continuar?
El Psiquiatra. Lo siento. Pues, desde mi punto de vista, si pudiéramos establecer por qué Coles eligió el papel de mártir desde el principio .... Sí ... ¿quizá podríamos enfocarlo por ahí?
La Mujer. Es ahora cuando necesita ayuda. Seis meses en su diván no cambiarán nada en absoluto. Al final del proceso su madre seguirá estando ahí ¿ó no?.
El Psiquiatra. Si pudiéramos ayudarle a entender por qué eligió este particular papel en la vida ....
La Mujer (Interrumpiendo). ¿Por qué debemos suponer que lo eligió? ¿Por qué no podría haber sido impuesto? Tiene dos hermanos que nunca han movido un dedo .... (Enfadada) ... Todos los adelantos de los setenta y los ochenta y siguen siendo las hijas las que se supone que tienen que cuidar ....
El Médico. Sólo estamos perdiendo el tiempo. La respuesta es no. Vamos ... Tengo consulta dentro de media hora.
El Psiquiatra. Pues bien. Se me antoja que Coles es un tipo de persona que necesita sufrir. Quítale a su madre y le habrás quitado su razón de vivir. Entonces es “No”. ¿Quizá podría sugerir terapia de contacto otra vez? (El Médico parece irritado) ... Quizá no.
La Mujer. Sufrirá un verdaero ataque de nervios....
El Psiquiatra. No es el tipo. Hágale entrar, por favor ..
La Mujer. Espero que tenga razón.

(Llama al timbre)

El Médico. Esperemos que todos tengamos razón ...

(La Señorita Coles vuelve)

... Siéntese, por favor.

Señorita Coles. Ya se lo dije. Prefiero estar de pie.
El Médico. Muy bien. Señorita Coles, me temo que hemos tenido que rechazar su solicitud. Por supuesto que si lo desea podrá volver a solicitarla el año que viene.
Señorita Coles. Estaré muerta para entonces.
La Mujer. Oh no .... No debe hablar así.
Señorita Coles. O ella ó yo. De una forma u otra me aseguraré de ello.
La Mujer. Tomarse la justicia por su mano .... Es un delito.
Señorita Coles. ¿Y qué? Mi vida es un largo castigo de todas formas.
La Mujer. Y su conciencia ¿qué?
Señorita Coles. ¿Conciencia? ¿Por qué iba a tener conciencia? ¿Vds. tienen conciencia cuando dicen sí? Claro que no. Sólo somos historiales para Vds., ¿verdad? Historial Número Uno, Sí; Historial Número Dos, No; Historial Número ....
El Médico (De pie con una receta en la mano). Su receta, Señorita Coles ... Estoy seguro que será de gran ayuda ....
Señorita Coles (Arrebatándole la receta y rompiéndola). Ya se lo dije, no quiero sus malditas pastillas. Además, ya lo he decidido. O ella o yo ... (pausa) ... Y si soy yo, ¿entonces quién cuidará de ella, eh? Ah sí, los asistentes sociales vendrán rápidamente ¿verdad? Y no les dirán no a ellos ¿no? (Su voz se hace más estridente) ... ¿Eh?
La Mujer (Tratando de apaciguarla). Puede solicitarlo otra vez el próximo año, y quizás ...
Señorita Coles. ¡No gracias! Tengo otras ideas .... Y no incluyen presentarme delante de tres imbéciles a los que les importa un bledo. ¿Qué tienen Vds. de bueno, me gustaría saber? ¿Por qué no montan ordenadores en vez de jurados y ahorran esos valiosos minutos que malgastan en gente como yo? .... ¿O una lotería?.... ¿Qué tal una lotería?.... Dennos boletos a todos.

(El Médico se mira el reloj)

... Me perdonarán por hacerles perder su valioso tiempo ¿no?

( Va hasta la salida y se gira para lanzar su último disparo)

Se mueren por salir ¿Verdad?.... ¿A algún lugar emocionante?.... Dedíquenme un pensamiento mientras disfrutan ¿Lo harán?

(La Señorita Coles sale)

La Mujer. Pobre mujer.
El Psiquiatra. No se preocupe tanto. Coles no es el tipo suicida, no mataría a su madre a golpes.

(Se levanta y se estira)

.... Me suele dar un peculiar calambre en la pantorrilla izquierda cuando llevo sentado mucho tiempo.

(Da unos pasos cojeando)

¿.... Piensan que necesito más sal en mi dieta?.... O quizá tenga que ver con ...
El Médico (Interrumpiendo). Si quiere un diagnóstico ya sabe dónde está mi consulta. Ahora ¿Podríamos continuar, por favor?
El Psiquiatra. Moverse un poco ayuda ....

(Se vuelve hasta la silla cojeando)

¿....Quién es el siguiente?

La Mujer (Cogiendo el siguiente archivo tras colocar el de Coles). ¡Oh Dios! Olvidé que nos tocaba hoy. Mercedes Thorpe ....

(Sus expresiones en blanco)

¿... Se acuerdan? Cuando comentamos su historial no podíamos entender cómo se nos había colado .... Ha estado en la lista negra durante años.
El Médico. ¡Ah, ella! Supongo que tendremos que atenderla. Bueno, si es la misma historia de siempre, anote su nombre para que vuelva a la lista negra, por favor. Creía que habíamos completado el cupo de locos por esta semana ...

(El Psiquiatra se estremece)

... Lo siento .... Olvidaba que el término le parece ofensivo. Que entre, pues, para que podamos terminar cuanto antes.

(La Mujer pulsa el timbre)

Al menos no nos llevará mucho tiempo.

(La Señora Thorpe entra, se dirige directamente a la tribuna y se acomoda a su gusto)

Señora Thorpe (Irradiando felicidad). Caló pal tiempo en que estamos ¿no?
La Mujer. ¿Y qué podemos hacer por Vd. esta vez, señora Thorpe?
Señora Thorpe. ¿Esta vez?... (Mira alrededor)... ¿He estao aquí antes pues? Aunque tós paicen igual ¿no? Bueno, pues si he estao aquí antes, ya me conocen.
El Psiquiatra. Refresque nuestras memorias, señora Thorpe.
Señora Thorpe. Tengo buena cabeza pa los sitios, y no creo que ....
La Mujer. Sólo quise decir que había estado ante un jurado .. er.. en varias ocasiones. Tengo su ficha aquí ....

(Da unos golpecitos sobre su ficha)
Señora Thorpe. Me tienen apuntada en su librico, ¿eh? Una lectura interesante ¿no?
El Médico. Señora Thorpe ¿Podría resumir su caso con brevedad?
Señora Thorpe. Me puede llamar Mercedes, si quiere. Bonito nombre ¿no? Diferente.

(El Médico se mira el reloj, y La Señora Thorpe mira con cara de reproche)

Son esactamente las cuatro y media y he estao esperando más de una hora ....

(Se acomoda todavía más confortablemente en el asiento)

... Bueno, ¿cual de Vds. es el loquero?
El Psiquiatra. Yo soy el psiquiatra, señora Thorpe.
Señora Thorpe. Mercedes. Bueno, es más amistoso ¿no? Así que es Vd. ¿eh? No tiene Vd. pinta de trabajar en un manicomio.
El Psiquiatra. Le aseguro que estoy plenamente cualificado ....
Señora Thorpe. No quería ofender, se lo aseguro. Es que todos los otros paicían un poco taraos.
El Médico. Señora Thorpe, por favor podría ....
Señora Thorpe (reprendiéndole con unos movimientos del dedo). Mercedes.
El Médico. Mercedes ¿Podría Vd. ir al grano?
Señora Thorpe. Bien. Es mi marido. Es un esquizofréntico paranoico ....

(El Jurado se queda bastante sorprendido)

Es un loco, pirao, chiflao ....

(Se señala su propia cabeza)

El Psiquiatra. Er ... ¿Qué le hace pensar que su marido es un ... un esquizofrénico? ¿Qué hace exactamente?
Señora Thorpe. ¡Qué no hace, querrá Vd. decir!
El Psiquiatra. Según su ficha a su marido se le examinó hace cuatro años y se llegó a la conclusión de que no era más que ligeramente excéntrico. Excéntrico. Sabe lo que quiere decir ¿verdad?
Señora Thorpe (Alegremente). Sí. Tarao. Y además eso fue hace cuatro años. Ha empeorao desde entonces. Además, son vivos ¿verdad? No tiene Vd. idea qué vivo es. Viejo cabrón. Está chiflao, ya se lo digo. ¿Le gustaría que alguien se pondría delante cada vez que vería la tele? Y está peor desde que cambiamos a uno de esos aparatos de tres dimensiones. Los primeros de la calle ... (Se para) ... Oiga ¿Los ha visto? A veces se pasan eh, sobre todo cuando empiezan a darse vueltas en la cama. De verdad, a veces parece que te van a meter un maldito pie en la boca. Todos los vecinos entran. Son Vds. bienvenidos, sí. Tienen mi dirección.
La Mujer. Er .. sí. Gracias de todos modos, pero ...
Señora Thorpe. Me harían un favor. No lo hace cuando tengo visitas.
El Psiquiatra. ¿Hacer qué, exactamente?
Señora Thorpe (Irritada). ¡Ya se lo he dicho! Se pone delante. Cuando estoy viendo la tele. De espaldas. Mirándome. A veces parece un fantasma, da miedo. Bueno, no es normal ¿no?
El Psiquiatra. Señora Thorpe ... lo siento, Mercedes ... ¿Se le ha ocurrido alguna vez que pudiera estar pidiendo un poquito de atención?.... ¿Que podría estar celoso de la televisión?
Señora Thorpe. Oh J.... Uy! ¡Casi digo una palabrota! ¿Celoso? Le importa un comino. No. Sólo quiere fastidiar. Intentando echarme para poder quedarse solo en casa .... (Se detiene de forma dramática).... Para poder practicar sus oscenidades.
El Psiquiatra. Er .. sí. ¿Qué tipo de prácticas obscenas, exactamente?
Señora Thorpe (Triunfante). ¡Magia negra!
El Psiquiatra. Magia negra ¿eh? ... ¿Podría darme un ejemplo?
Señora Thorpe. Ya se lo he dicho, es muy vivo. Nunca le he pillao, pero he visto los restos. ¿Y dónde está ahora nuestro gato, eh? Sacrificao, eso es lo que la pasao. El no era un gato callejero ... Le encantaba su casa, pobre michino.

(El Jurado no está convencido, y dándose cuenta de ello, La Señora Thorpe juega su última baza)

... Y lo que es más, se está poniendo violento.
El Médico (Mostrándose repentinamente interesado). ¿Violento, dice? ¿Quizá nos podría enseñar algún moretón?
Señora Thorpe (De mala gana). Bueno, todavía no ma pegao. Pero conozco esa mirada. Un día destos lo hará.
El Médico. Señora Thorpe, está Vd. haciéndonos perder el tiempo. ¡Cómo pudo conseguir presentarse delante de otro jurado, nunca lo entenderé! Gente como Vd. utilizan un tiempo que podría ser valiosísimo para ayudar a gente verdaderamente necesitada. Es Vd. una desconsiderada. Váyase ya, por favor. Márchese y trate de comportarse como un ser humano razonable.
Señora Thorpe. ¡Ooooh! ¿Quién sa levantao esta mañana con el pie izquierdo? ...
(Se levanta y se estira la ropa)

... Bueno, merecía la pena intentarlo. Sigue intentándolo, ese es mi lema. ¡Nunca te rindas!

(Va hasta la salida)

Nunca te rindas. Joé, qué chiste, en un lugar como éste.

(Sale)

El Médico. ¡Qué mujer tan monstruosa!
El Psiquiatra. Oh venga .... No puede evitar ser tonta.
El Médico. Esa caricatura de un ser humano me ha dado un dolor de cabeza horrible ....

(Se levanta y deambula con las manos presionándose las sienes)

A este paso no podré terminar el día.

(El Psiquiatra estudia los apuntes que El Médico tiene sobre la mesa)

¿Alguien tiene una aspirina?

(El Psiquiatra y La Mujer dicen que no con la cabeza)

... ¿Cuántos nos quedan para terminar?
El Psiquiatra. Interesante. Muy interesante.

( Mirando al Médico que ha dejado de deambular)

... Parece tener estos dolores de cabeza con bastante regularidad ¿Verdad?
El Médico. Bastante .... (Suspicazmente) .... ¿Por qué?
El Psiquiatra. No, nada. Pura curiosidad. Sus garabatos. Extraordinarios. Francamente notables.
El Médico (Cogiendo el papel de la mano del Psiquiatra y colocándolo donde estaba) .... ¿Qué tienen de extraordinario?
El Psiquiatra. Pues, Doctor, si quiere un diagnóstico, ya sabe donde está mi consulta.
El Médico (Sentado). Infantil.
El Psiquiatra. Exactamente. A propósito ¿Quién es el siguiente? Alguien rapidito espero ... (al Médico) ... Yo, en su caso, me olvidaría de volver a poner a nuestra Mercedes en la lista negra. Dios sabe que estos jurados necesitan un ligero alivio ... (a La Mujer) No me mire con esa cara de sorpresa. No era para tomárselo en serio ...

(La Mujer escribe en el archivo, lo coloca en su sitio y coge otro)

El Médico. Disponemos de suficiente poco tiempo para cada solicitante sin perderlo en trivialidades. ¿Podríamos continuar, por favor?
La Mujer. El siguiente caso es la hija de la señora Meade. No creo que solucionemos este caso tan rápidamente. Por eso lo dejamos para el final ¿Recuerda?
El Médico. El último. Gracias a Dios. La hija de la señora Meade. Me suena. Hágame un resumen rápido, por favor. Este dolor de cabeza parece afectar mi memoria.
La Mujer. Solicitante, Señora Jane Meade. Cincuenta y tres años de edad. Su marido murió hace siete años. Su hija, una colegiala, se quedó embarazada pronto después. Se lo contó a su madre demasiado tarde como para acudir a una práctica de aborto ...

(Baja el fichero)

... No me diga que cualquier madre no se hubiera dado cuenta mucho antes .... (Ve la cara del Médico) ... Lo siento. El bebé nació con grandes deformidades físicas, externas e internas.
El Psiquiatra. Sí. Aunque sin daños en el cerebro, sorprendentemente.
La Mujer. Su hija, todavía en edad escolar, se suicidó .... Se amonestó a las autoridades hospitalarias por falta de supervisión ....
El Médico. Sólo las líneas generales, por favor.
La Mujer. La Señora Meade insistió en quedarse con el bebé. Se le avisó que cualquier operación sólo tendría un éxito parcial y que sería mejor dejar que el bebé muriera ... Que es lo que hubiera sucedido como mucho en unas semanas. La Señora Meade ..
El Médico. De acuerdo. Es suficiente. Ya recuerdo su caso. Hace seis años esta mujer .. er ... La Señora Meade estaba convencida de que quería quedarse con el bebé, en contra de toda indicación médica. Y ahora ha cambiado de opinión, pues ...

(La Mujer pulsa el timbre)

... Si lo ha soportado durante seis años no veo por qué no puede seguir haciéndolo.
La Mujer. Los niños crecen. Y las mujeres envejecen ...

(La Señora Meade entra)

... Hola, Señora Meade. Siéntese ahí, por favor ...

(La Señora Meade se sienta en la tribuna)

El Psiquiatra. Bien. Ahora se relaje. ¿De acuerdo? Hay un par de preguntas que nos gustaría hacerle. No hay nada que temer.
Señora Meade. Contestaré cualquier pregunta lo mejor que pueda.
El Médico. Bien. Bueno. Esa es la idea. ¿Qué tal está Vd. últimamente?
Señora Meade. Muy Bien, gracias.
El Médico. Y ¿Cómo está ... um ... er ... Carol?
Señora Meade. Con un tubo en la parte posterior de la cabeza y bolsas entre ...
El Médico (Interrumpiendo). Sí ... Sí ... Tenemos todos los detalles ... Lo que quería saber era si ... ¿Ha empeorado su estado últimamente?
Señora Meade. No. ¿Por qué iba a hacerlo? Pasa por una operación todos los años para mantenerla en condiciones ... Le tienen que hacer otra dentro de tres meses. Aunque no ... Creo que no puedo decir que su estado se esté agravando.
El Médico. Entonces, de hecho, no está peor de lo que estaba ... ¿Por ejemplo, hace un par de años?
Señora Meade. No. Peor no.
El Médico. Entonces dígame, Señora Meade ¿Qué le ha hecho cambiar de opinión después de todos estos años?
Señora Meade. Tendría que vivir los seis años que yo he vivido para comprender que .... No, no pretendía que sonara a queja ... Han sido unos de los años más gratificantes de mi vida. Quiero decir que tendría que vivir la misma experiencia para poder llegar a la misma conclusión.
El Psiquiatra. Intente describirnos algunas de esas experiencias.
Señora Meade. Todo ello está en mi solicitud.
El Psiquiatra. Soy consciente de ello, Señora Meade, pero nos gustaría oírlo en persona.
Señora Meade. Hace seis años trataba de agarrarme a la única cosa que me quedaba. Había perdido a mi marido. Había perdido a mi hija. Lo que estoy tratando de decir es que fui totalmente egoísta.
El Médico. Y ahora está siendo ... Totalmente generosa. ¿Es eso?
Señora Meade. Sí.
El Médico. ¿Ser generosa consiste en quitarle la vida, que Vd. insistió que tuviera, a una niña de seis años, en contra de todos los consejos, debo añadir?
Señora Meade. Sí.
El Médico. ¿Y además su estado no está empeorando?
Señora Meade. No.
El Médico. Lo siento, pero no entiendo su razonamiento. ¿A no ser que sea que Vd. no pueda con ello, mental o físicamente?
Señora Meade. Sí que puedo.
La Mujer (Amablemente). Cuéntenos de Carol.
Señora Meade. Carol es bella. Bueno, no me refiero a su físico claro, aunque cada una de sus partes es preciosa para mí .... Tanto que cuando la gente pone mala cara me resulta imposible mirarla con sus ojos. Pero es verdaderamente bella en otros aspectos ... Cariñosa, amable, inteligente y sensible. Todo lo que desearíamos ser ... Excepto feliz. Es desesperadamente infeliz.
El Psiquiatra. Perdone, Señora Meade, pero no hay niño que sea cariñoso y amable y a la vez desesperadamente infeliz. Sencillamente no concuerda ¿No le parece? ¿Me permite sugerirle que podría estar pasando una mala racha? A menudo sucede en niños de seis o siete años, sabe ....
Señora Meade. No. Carol no está pasando una mala racha. Si la estuviera pasando ¿No cree que la reconocería? Desde que nació la he alimentado, lavado, cuidado y enseñado. Le he dedicado mi vida y le estoy diciendo que es tan profundamente infeliz como podría serlo cualquier adulto. Es una niña muy inteligente y se da cuenta que es distinta. No la puedo proteger de ese conocimiento ahora que ya no es un bebé. Ella sabe que es distinta .... Y que siempre será distinta.
El Psiquiatra. No. Nunca aceptaré que un niño de seis años sepa que siempre será diferente.
Señora Meade. De cualquier modo, es verdad. Las últimas tres operaciones ... Ve cómo los otros niños abandonan el hospital curados ... o al menos mejorados ... Pero Carol ... abandona el hospital igual que como entró ... Ni siquiera igual ... peor, porque se lleva otra cicatriz física y mental. Oh Dios, ¿Es que no lo entiende? Es su infelicidad lo que no puedo soportar. No la mía ... Esa no importa ... Pero la suya ... Y todo por mi culpa ... Todo por mi egoísmo.
La Mujer. Pero Vd. debió saber que Carol no sería siempre una niña. Que habría problemas. Vd. debió saberlo. Dice aquí en su ficha, “La Señora Meade ha sido debidamente informada de los problemas que le aguardan en relación con la posibilidad de operaciones futuras .... “
Señora Meade. Operaciones reparadoras ... Eso es lo que se me dijo ... No cirugía grave, ni semanas de dolor, ni tratamientos que producen nauseas ... Ni tampoco se me dijo nunca que a tantos otros niños como Carol sólo los mantenían vivos a base de operaciones milagrosas, que las plazas en colegios especializados ya estaban completas hacía años.
El Médico. Señora Meade, a Vd. se le dio una elección.
Señora Meade. Sólo soy humana. Por supuesto que elegí como lo hice. Nunca se me debió haber dicho que había una elección.
El Médico. Vd. es una mujer inteligente. Claro que se le debió decir. ¿No consideraría Vd. inmoral que todas las elecciones de esa naturaleza tuvieran que tomarlas los médicos? El progreso siempre conlleva mayor responsabilidad .... ¿Por qué no aceptará eso la gente?
Señora Meade. Porque Vd., y gente como Vd., proporcionan los milagros - y no consultan a la gente, ¿Así que por qué tienen que entender? Vds. mantienen vivas a las personas más allá de lo que por naturaleza corresponde .....
El Médico. ¡Por favor, Señora Meade! En la edad media la esperanza media de vida creo que era de treinta y cinco años. Sin duda se consideraba que cualquiera que viviera hasta los cincuenta se había quedado más tiempo de lo conveniente ....
Señora Meade (Abandonando la tribuna). Me está interpretando mal a propósito. Lo que quiero decir es que hoy en día la ciencia puede prolongar la vida más allá de su utilidad normal. Bien sean niños como Carol ó ancianos y seniles. Y sin duda, Doctor .... Vd. es el Doctor ¿Verdad? ... Sin duda indicará que conoce varios centenarios saludables y alerta. Por cada uno que Vd. me indique yo le podré enseñar una docena cuyas vidas son una miseria .... Que se agarran a esos años extra no porque amen la vida sino porque temen la muerte. No había jurados como éste hace veinte años. Su misma existencia corrobora mi argumento. ¿Qué más pueden hacer con esas medias - vidas con las que tienen que cargar?... Aparte de organizar jurados para librarse de ellas, suavemente, sí, humanamente sí ... No tengo quejas al respecto. Jurados de eliminación de basura para todos esos desechos que tan orgullosamente han conseguido acumular ... ( Se detiene) Oh Dios mío, lo siento - No quería perder el control. Amo a Carol .... Nunca podrán entender cuánto .... Pero no puedo seguir permitiendo su sufrimiento. Miren, me arrodillaré ante Vds. - cualquier cosa, cualquier cosa ...

(Se arrodilla)

La Mujer. Señora Meade ... sí que lo entendemos .... De verdad que sí .... Por favor levantese, por favor.

(Ayuda a la Señora Meade a ponerse en pie)

El Médico. ¿Hay alguna otra pregunta que mis colegas quisieran hacer?...

(La Mujer y El Psiquiatra dicen que no con la cabeza)

... Señora Meade, ¿Podría salir fuera un momento? ... Y tómese un vaso de agua mientras espera.

Señora Meade (Mientras alcanza la salida, ayudada por La Mujer). Por favor .....

(Sale)

El Médico (Después de una pausa de unos segundos). Es una mujer perfectamente saludable y, en mi opinión, más que capaz de cuidar de la niña al menos durante otros cinco años.
La Observadora (Levantándose de la silla con nerviosismo). ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Porque tiene dolor de cabeza? ¿Porque no le gustó lo que dijo? Le hizo sentirse mal ¿Verdad? Dios mío, no está pidiendo nada para ella. Se supone que es Vd. Médico .... ¿No sabe lo que esos niños tienen que sufrir?
El Médico. Siéntese inmediatamente. Vd. conoce la ley tan bien como yo. Esta semana es tan sólo una observadora y bajo ningún concepto puede participar en las deliberaciones ....
La Observadora. No puedo permanecer aquí sentada escuchándole por más tiempo. Es inhumano. Esa otra mujer .... Esa señorita Coles .... tenía razón. Bien podría insertar todos los datos en un ordenador .... Se conseguirían respuestas mucho más justas, maldita sea ...
La Mujer (Intentando empujar a La Observadora hasta su silla).
¡Por favor! Por favor siéntese ....

(La Observadora se sienta)

... Sólo habrá problemas ....
El Médico (Con paciencia exagerada). ¿Podríamos continuar ya?
La Mujer. Me gustaría decir algo, por favor. Supongo que no va a hacerles cambiar de opinión pero en la conferencia preliminar se dijo que siempre debiéramos considerar qué utilidad podrían prestar los solicitantes a la comunidad si se les liberara de su ... carga. La Señora Meade abandonó su trabajo de profesora en el Politécnico para poder cuidar de Carol. Sin duda sería más útil si volviera ....
El Médico. No hay carencia de profesores en ninguna asignatura en estos momentos .... No la ha habido en años .... Consecuentemente parece ser que su observación es irrelevante .... Y por favor siéntese.
La Mujer (Volviendo a su asiento). Me gustaría saber qué tipo de solicitante consigue un “Sí” de Vd. Rechaza a todos. Esto no tiene ningún sentido.
El Médico (Cansado, aunque por primera vez mostrándose humano). No, no tendrá sentido para Vds. porque Vds. siempre piensan que la respuesta debiera ser “Sí”. Yo soy médico. Mi trabajo es salvar vidas, y el noventa y nueve por ciento de las veces creo que la respuesta debe ser “No”.
La Mujer. Entonces no debería formar parte de un jurado si prácticamente ha decidido ya la respuesta antes de escuchar lo que la gente tiene que decir.
El Médico. Mucho me temo, querida mía, que mi colega y yo no tenemos elección en el asunto. Antes de graduarnos tenemos que firmar una declaración que dice que tomaremos parte en un jurado por un período de un año. ... En cualquier momento de nuestra carrera profesional .... Sin firma, no hay licenciatura .... Es así de simple. Sólo un hombre o una mujer decididos estarían dispuestos a tirar por la ventana todos esos años de estudio. La mayor parte de nosotros espera que nuestro turno nunca llegue ... ó que se cambie la ley. A los veinte y cuatro años somos tremendamente optimistas. Y si puedo personalizar, el tercer miembro de un jurado generalmente siente como Vd. ... Que la respuesta debiera ser siempre “Sí”.... Así que quizás yo esté restableciendo el equilibrio un poco. Ahora quizás podríamos escuchar a nuestro colega.
El Psiquiatra. Una personalidad muy equilibrada. Capaz de ajustarse a la mayoría de las situaciones en una ....
El Médico (Volviendo a su habitual carácter irascible). ¿Se ha decidido ya o no?
El Psiquiatra. Si la criatura hubiera sido subnormal no lo hubiera dudado, teniendo en cuenta su considerable sufrimiento físico ....
El Médico. ¿Sí ó no?
El Psiquiatra. Lo siento (A La Mujer) ... Tiene que ser “No”.
La Mujer (Con calma). Que seáis perdonados.
El Médico. Dos noes. Así que ya está .... (A La Mujer) ...
Hágale volver a entrar ....

(La Mujer no hace mención de pulsar el timbre)

Venga, no lo compliquemos más ....

(El Médico pulsa el timbre)

La Mujer. Yo no se lo puedo decir .... Se lo tendrá que decir otro ....
Señora Meade (Entra escrutinando todas las caras). Creo que sabía que sería “No”.
La Mujer. Lo siento .... Lo siento tanto.
Señora Meade. ¿Lo siente?.. Sí, Vd. puede que sí ...

(Todavía de pie mirándoles)

El Psiquiatra. Claro que podrá volver a solicitarlo el año que viene.
Señora Meade. Gracias. Lo haré.
El Psiquiatra. Ya puede irse, Señora Meade. Y pienso que con el tiempo aceptará la decisión.
Señora Meade. Quizás ....

(Se dirige hacia la salida)

La quiero tanto, y eso significa que al menos la tendré un año más. Sí. Puede que incluso esté contenta de que no estuvieran de acuerdo con la única cosa generosa que intentaba hacer ....

(Sale)

El Médico (Levantándose y recogiendo sus cosas). Me voy volando ó perderé mi cita. ¿Se responsabilizaría alguien de cerrar esta noche? Ah, y no se olviden de informar a la habitación 303 que hemos terminado por hoy, por favor. Buenas noches a todos ....

(Llega a la salida y se da la vuelta)

A propósito, cuando rellenen la ficha podrían añadir que recomendamos que se añada su nombre a la lista de “consideración favorable” en caso de que vuelva a solicitarla el próximo año.

(El Médico sale)

La Mujer. ¡Dios! Para que sea responsabilidad de otro. Debe ser una buena clase de médico .... No me gustaría ser una de sus pacientes.
El Psiquiatra. Sí. Una buena clase de médico .... Uno de los mejores .... Aunque nunca pasará de practicar la medicina general, nunca será un especialista .... ¿Y sabe por qué? Porque no está a favor del aborto en todas las circunstancias .... Porque cualquier forma de eutanasia ofende sus creencias religiosas más profundas .... A Vd. le parece que tiene mal genio ... que es insensible ... pero Vd. no sabe nada de su lucha por reconciliar su fe con el hecho de que por ley tiene que sentarse en uno de estos jurados.
La Mujer. Pero.... si ése es su sentir nunca hubiera debido firmar ese documento.
El Psiquiatra. ¿Quién sabe? ¿Y quién sabe cuántas veces se debe preguntar si tomó la decisión correcta? ¿Si este único año de traición a sus principios no ha borrado, a los ojos de Dios, todos los años de dedicación pasada y futura?
La Mujer. No sabía... No era consciente de ....
El Psiquiatra. No podía saberlo ¿Cómo hubiera podido? Vd. no ha trabajado con él ocho meses como yo lo he hecho. Y además, el mundo de la medicina es increíblemente pequeño. Se supone que los miembros de un jurado no deben conocerse .... Pero inevitablemente hay veces que uno ha oído hablar “de” otro ...

(Recoge sus cosas)

De todos modos, a veinte años del referéndum sobre la eutanasia, y todavía sin una verdadera solución. El jurado popular no funcionó ... Los jurados más profesionales tampoco están funcionando. Al final probablemente sean los ordenadores. Hace mucho tiempo era Dios quien hacía y deshacía. Era mucho más fácil de aceptar ¿Verdad?

(Se acerca a La Observadora y le da unos golpecitos en la espalda)

Anímese. La primera semana como Observador es siempre la más difícil. Venga, se va haciendo más fácil con el tiempo ... (A La Mujer) ... No le importa cerrar ¿Verdad?. Es que tengo bastante prisa.
La Mujer. No. Está bien. No hay nada que me haga tener prisa .... Ya no.
El Psiquiatra. Gracias. Pues, buenas noches y hasta mañana por la mañana.

(El Psiquiatra sale, La Mujer anota algo en una ficha, y conforme lo hace las luces del escenario bajan gradualmente, dejando a La Observadora en un charco de luz.)

La Observadora (Levantándose de la silla). No puedo hacerlo .... Sé que no puedo.
La Mujer (Uniéndose a La Observadora bajo el foco de luz). Claro que puede.
La Observadora. Vida y muerte, y sólo unos minutos para decidir .... No puedo.
La Mujer. Personas como nosotras - debemos .... Es justo ¿no?
La Observadora. Yo no soy como Vd.
La Mujer. Vd. juró ¿no? Tomó juramente igual que yo.
La Observadora. Sí, pero ....
La Mujer. ¿Entonces por qué tiene que ser distinta? Vd. estuvo ante un jurado y les pidió que se deshicieran de alguien, ¿verdad?
La Observadora. Pero no fue así ... Vd. lo hace sonar monstruoso ... Me rogó que lo hiciera .... Me lo rogó.
La Mujer. Juró por el Dios Todopoderoso, ¿verdad? ... Entonces, será mejor que vuelva a repetir ese juramente ¿No le parece?
La Observadora. No puedo ... (Débilmente) ... No me acuerdo.
La Mujer. ¡Que no se acuerda!

(Coge a La Observadora por el brazo y la zarandea)

... Como si yo no supiera que las mismísimas palabras se queman en su cerebro .... ¡Venga, jure!
La Observadora. Lo juro .... Lo juro por Dios Todopoderoso ... que si ... que si ....
La Mujer. Continúe.
La Observadora. Que si ... mi solicitud a este ... a este jurado es admitida, yo, cuando me toque, serviré cuatro semanas en éste o cualquier otro jurado ... cuando se me convoque para ello ....

(Se levantan y se miran)

La Mujer. Y esta ....
La Observadora. Y esta es ... la verdadera justicia.