domingo, 17 de diciembre de 2006

TAN ALTA COMO LA LUNA, de Dorothy Eileen Brandon

Título original: “Bricks and Clay”
Canción original: “London Bridge”

PERSONAJES

(En orden de aparición)

LUCÍA
BÁRBARA
LA SEÑORA GIL
ROSI
MARIÓN
LA SEÑORITA SANCHIZ
1ª MUJER
2ª MUJER
3ª MUJER

LA ESCENA

La escena se desarrolla en el salón de un piso en el que el mobiliario está claramente descuidado. Al fondo del escenario, en el centro, hay una mesa, con una silla a cada lado. En la parte delantera, a la derecha, hay un sofá y a la izquierda, un sillón. El acceso a la cocina y al baño están a la derecha del escenario, y el acceso a la puerta de la calle, a la izquierda. Cuando el telón sube Lucía está extendiendo unas hojas de periódico en la mitad derecha de la mesa.

Lucía. ¿Todavía no has cogido el agua? (Coloca los botecitos de pintura, el papel y el pincel sobre las hojas de periódico) Ya está listo. (Hace un intento fortuito de ordenar algunos de los viejos juguetes esparcidos por la habitación) Como te estés calando ahí dentro me enfadaré. (Cruza hasta la puerta de la derecha) Venga Bárbara, sé buena. Como no salgas ahora mismo no te compraré golosinas nunca más. Bárbara ... por última vez ..... (Bárbara entra, es de mediana edad aunque una meningitis a los seis años le dañó el cerebro. Su vocabulario es limitado, aunque sus cuerdas vocales están perfectamente desarrolladas, y debe representarse como retrasada y no loca.) Escucha, te he dicho un millón de veces ... que no cierres la puerta del baño.
Bárbara, (Poniendo un tarro de agua sobre la mesa) No me mojado.
Lucía. Buena chica. Oh, ¡mira que pelo! ¿Has visto que desastre? Siéntate y te lo peino. (Bárbara se sienta en la silla junto a la mesa mientras Lucía busca un cepillo) ¿Qué demonios he hecho con él? (Lo encuentra junto a un cojín en el sofá) Ah, aquí está. ( Conforme se acerca a Bárbara con el cepillo, Bárbara se cubre la cabeza con los brazos.) Venga, no seas difícil. ¡Venga, vamos a cantar! (Con las manos todavía en la cabeza Bárbara se balancea para decir que “No”) Vale, yo canto. Tú das palmadas. (Lucía comienza a cantar) Quisiera ser tan alta (Bárbara empieza a dar palmas) como la luna (Lucía empieza a cepillarle el pelo) ay, ay, como la luna, como la luna……
Bárbara. ¡Ay! Me haces daño.
Lucía. Te lo mereces. Si me dejaras que lo hiciera más a menudo .... Mira, así está mucho mejor. Espera un momento, casi he terminado. ¿Ves? Mira que bien. Y ahora me puedes pintar algo bonito.
Bárbara. ¿Qué pinto?
Lucía. No sé. Un barco, cualquier cosa. Una casa con humo saliendo de la chimenea. Lo que sea. Venga, empieza.
Bárbara. ¿Estás enfadada conmigo?
Lucía. ( Poniendo el pincel debajo del cojín) No, tonta. Es que Marión va a venir.
Bárbara. No me gusta Marión.
Lucía. Ya te lo he dicho otras veces - no debes decir eso. Es tu hermana.
Bárbara. Tú eres mi hermana.
Lucía. Las dos somos tus hermanas.
Bárbara. ¿Tú tienes una hermana?
Lucía. (Con paciencia) Sí. Tengo dos hermanas. Tú y Marión.
Bárbara. Has dicho que Marión era mi hermana .....
Lucía. (Cogiendo un oso de peluche muy desgastado y evidentemente muy apreciado y querido, y colocándolo en la silla a la izquierda del escenario) Ya sé. Haz un dibujo del osito. El osito sentado en una silla.
Bárbara. Tú me ayudas.
Lucía. No. Hazlo tú sola, y mientras a ver si puedo quitar un poco de esa fregotina. (Llaman al timbre) Oh, Dios. ¡Cómo no he pensado que vendría antes! (Sale del escenario por la izquierda para abrir la puerta mientras Bárbara empieza a pintar, y vuelve seguida de la señora Gil)
Señora Gil. ..... y todos pensamos que ya era hora de decir algo.
Lucía. ¿Quién es ese “todos” exactamente?
Señora Gil. Bueno, la señora Martínez, la señorita Del Río, el señor Román de en frente, y la familia del número siete. Está la señora del número nueve y .....
Lucía, (Interrumpiendo) Ya entiendo. ¿Y todos esos adultos se asustan de mi hermana? ¿Asustados de alguien que en realidad no es más que una niña? (Bárbara mira con el pincel en la boca) Venga, Sra. Gil, tendrá que buscarse una excusa mejor. ¡Mírela! No asustaría ni a un ratón. ¿Cuál es la auténtica razón ?¿Estamos bajando la categoría de la vecindad o algo así?
Señora Gil. Asusta a los niños. Justo el otro día dio un susto de muerte al hijo de la Sra. Martínez.
Lucía. ¿Al hijo de la Sra. Martínez? Esa bestia de quince años que atormenta a las señoras mayores e intimida a los pequeños? No pretenderá que me crea que mi hermana ....
Señora Gil. He venido con la mejor de las intenciones. Simplemente a pedirle que mantenga a esa idiota fuera de la calle. Si Vd. elige vivir en un tugurio (Mira alrededor despectivamente) es asunto suyo. Pero si nos hace la vida imposible a todos los vecinos, entonces será el nuestro. Hemos pagado mucho dinero por nuestras casas y si hubiéramos sabido que una de ellas iba a convertirse en pisos como éste nos hubiéramos unido y lo hubiéramos evitado. Pisos de negocios para mujeres de negocios - eso es lo que nos dijeron. ¿Y qué tenemos? Una loca en éste y una prostituta en el de arriba ....
Lucía. ¿Una prostituta arriba? ¿Rosi? Tiene muchos amigos varones. Porque es amable ... y graciosa ... y generosa. ¿Y eso la convierte en una prostituta?
Señora Gil. No estoy aquí para discutir qué convierte a una mujer en una prostituta. Estoy aquí para avisarle - o mantiene a esa criatura fuera de la calle o se arrepentirá .....
Lucía. ¿Cómo voy a mantenerla lejos de la calle? Tengo que ir de compras y no puedo dejarla sola. ¿Qué me sugiere que haga? ¿Que la ate a la pata de la mesa .....?
Señora Gil. No me importa lo que pueda o no hacer. Todo lo que le estoy diciendo es ..….. manténgala lejos de la calle o se arrepentirá.
Lucía. ¿Me está amenazando? (Bárbara se agacha detrás de la mesa.)
Señora Gil. Sólo le estoy informando. Todos estamos perdiendo la paciencia, y como no mejoren las cosas, tendremos que hacer algo al respecto.
Lucía. ¿Tendremos? No creo que nadie más sea tan ....
Señora Gil. ¿No lo cree? Bueno, eso lo podemos solucionar fácilmente. Traeré una comisión por aquí, eso es lo que haré.
Lucía. ¿Una comisión?
Señora Gil. Había venido perfectamente dispuesta a escuchar algo razonable pero no ha hecho nada más que insultarme. Muy bien. Si no me quiere hacer caso a mí, quizá se lo haga a ellas …….
Lucía. ¿Podría marcharse, por favor? Estoy esperando una visita que debe estar a punto de llegar.
Señora Gil, (Mientras se marcha) Me iré - pero tendrá noticias nuestras en un futuro muy cercano - fíjese en mis palabras. (Sale)
Lucía. Venga sal de ahí, Bárbara, ya se ha ido. Venga, sal.
Bárbara. Mujer mala. Bruja.
Lucía. No, sólo tonta. Todos somos tontos algunas veces, ¿verdad? Venga, sigue con tu dibujo. Oh, mira tu pelo otra vez - tendré que volver a peinarte. (Llaman a la puerta) Demasiado tarde - aquí está. (Va a abrir la puerta mientras Bárbara empieza a pintar de nuevo, y vuelve seguida de Rosi, que tiene un aspecto algo provocativo aunque emana una calidez reconfortante.) Creí que era mi hermana ....
Rosi. No me quedaré si está esperando una visita. Es que pensé que te gustaría ver lo que me he comprado en Maybelle. (Le enseña un camisón ligero) Atrevido, ¿no? ¡Ah! Se me olvidaba. (Se busca en el bolsillo.) Te he comprado unas golosinas, cariño. ( Lanza una bolsa de golosinas a la mesa.) No te importa, ¿verdad? ..... ¿Por una vez? (Examina el camisón de nuevo.) No estoy muy segura del color. ¿Qué te parece? Tenían uno negro, pero no me atrevo a llevar negro otra vez .... no después de la última vez ....
Lucía. ¿La última vez?
Rosi. Sí. Me lo arrancó por la espalda, eso hizo. ¡Se puso comun loco! En realidad fue muy agradable, pero a mi edad te contentas con algo menos enérgico. (Se acerca a Bárbara.) ¿Qué estás pintando, cielo? Oye, no te los metas todos en la boca de una vez. (Coge el dibujo.) ¡Hombre, qué sorpresa! (Sostiene el dibujo en el aire.) Me recuerda a mi primer marido. Carbonero. Nunca pudo sacarse la suciedad de la piel. Ni el olor de su cuerpo. Un olor extraño el del carbón. Me recuerda al de los caballos. (Vuelve a colocar el dibujo sobre la mesa.) ¿Queréis venir a ver la tele esta noche?
Bárbara. ¡Por favor! ¡Por favor!
Lucía. Nos encantaría. Gracias.
Rosi. Lo estoy haciendo por mí, no por vosotras. No puedo soportar sentarme ahí, reírme sola. Os dejaría más sola que la una si tuviera una cita.
Lucía. ¿Ah, si? (Incrédula)
Rosi. ¡Claro que sí! Bueno, dependería de la cita, claro. Oye - casi se me olvida la otra razón por la que vine. Es que he visto a esa vieja bruja salir de aquí, salió disparada, echaba humo. Problemas, pensé. ¿Qué quería?
Lucía. Que nos quedemos siempre en casa - que no deje a Bárbara que salga a la calle. Dice que todos se quejan de que asusta a los niños.
Rosi. ¿Que asusta a esa pandilla? Las bestias más maliciosas que jamás he conocido. ¿Que les asusta? Dios, ellos me asustan a mí, no me importa decírtelo. Espero salir de aquí antes de que lleguen a la pubertad, o como se llame. No le hagas ningún caso. Bárbara no asustaría ni a una pulga, ¿verdad que no, cariño? Oye, (Volviendo a coger el dibujo de nuevo.) ¿no me digas que no te recuerda a Picasso en su período negro?
Lucía. ¡Tonta! El nunca tuvo un período negro.
Rosi. No, pero lo que sí que tuvo fue un auténtico período azul o triste, como quieras llamarlo, y así es como yo me siento ahora, triste, o azul, como diría un americano. Pues subir a las ocho y trataremos de animarnos. Hasta luego, Bárbara, y sigue con tu buen trabajo. Ese dibujo tiene verdadero estilo. Pero hazme uno en un color más bonito, ¿eh? especial para mí. Bueno pues, Hasta luego …. (Suena el timbre.) Uy, tu hermana. Será mejor que rescate un poco de ginebra para esta noche - con una cosa y otra la vas a necesitar. (Lucía acompaña a Rosi hasta la puerta.)
Bárbara. (Para ella.) No tengo colores bonitos. San terminao. (Da la vuelta a unos cuantos botes y los sacude.) Todos terminaos. (Marión entra, seguida de Lucía.)
Marión. Esa horrible mujer. Hola Bárbara, ¿cómo estás hoy? (Va hasta la silla y coge el oso de peluche de la oreja, con una mirada de tremenda repugnancia.)
Bárbara. Esa es la silla del osito.
Marión, (Riéndose falsamente) Dios mío, no estaría bien sentarse en la silla del osito, ¿verdad? (Cruza hasta el sofá y lo desempolva con su guante antes de sentarse.)
Lucía. ¿Quieres una taza de té o algo?
Marión. No, gracias. Y siéntate, si no te importa. Tengo unas cuantas cosas que decirte.
Lucía. Ah, ¿así que entonces ésta no es una visita social? Cuando recibí tu carta pensé que …. (Se sienta en la silla junto al oso de peluche)
Marión. No tengo mucho tiempo así que iré al grano. (Mira por la habitación y luego enfoca sus ojos en las piernas de Lucía.) ¿Cuándo fue la última vez que te pusiste una falda?
Lucía. ¿Has hecho veinte kilómetros para preguntarme eso?
Marión. Claro que no. Pero todo es parte de lo mismo. Mírate. Y mira esta habitación. Y no me importaría jugarme algo a que el fregadero está lleno de vajilla sucia de ayer.
Lucía. Ganarías. (Cansinamente) Ya hemos hablado de esto docenas de veces, así que ¿qué sentido tiene?
Marión. El sentido que tiene es que ya es hora de hacer algo. No pareces dispuesta a hacer ningún esfuerzo, así que ahora me toca a mí.
Lucía. ¿Así que ahora te toca a ti, eh? Recuerdo perfectamente aquellos tiempos en que solías hacer como que eras adoptada, como que no pertenecías a la misma familia que nosotras.
Marión. Era una niña. Y además, lo creía. Parezco lo suficientemente distinta. Además, tú solías pasearla sólo para humillarme delante de mis amigos.
Lucía. Cualquier cosa que no fuera encerrarla en el sótano era pasearla ….. según tú. Oh, Dios, no discutamos, Marión. Seamos civilizadas, al menos.
Marión. Eso es. La forma en que vivís no es civilizada. Así que tendré que hacer algo al respecto, ¿no? De hecho ya he hecho algo. (Rápidamente) He encontrado un pisito muy agradable para vosotras - al otro lado del río. Al mismo precio, aunque mucho más bonito. También os podéis quedar con algunos de mis muebles. Ahora que las niñas ya no están en casa y que Eduardo ha conseguido su ascenso, creo que puedo permitirme el lujo de comprar muebles nuevos …..
Lucía. ¿Eduardo ascendido? Así que ahora eres la mujer de un director de banco, ¿eh?
Marión. Bueno …. Casi. Está esperando su traslado, que será en cualquier momento.
Lucía. ¿Su traslado?
Marión. Sí. No tienen por norma dejarles en la misma sucursal …..
Lucía. ¿Su traslado? ….. ¿Adónde? Venga, ¿adónde? Viene a esta zona, ¿verdad? Y nos quieres quitar del medio, ¿no? Embaucadora, hipócrita .
Marión. Oh Dios, Lucía, por favor trata de ser comprensiva. No ha sido fácil - nunca ha sido fácil.
Lucía. No. Eso siempre ha sido evidente. Al principio, cuando conociste a Eduardo te atormentabas con el temor de que se enterara de lo de Bárbara. Cuando se enteró te atormentabas por si no se creía que había sido una meningitis la responsable. Cuando las niñas eran pequeñas te angustiaba el que se enteraran de su tía la loca. Tus palabras, no las mías. Y ahora después de todos estos años evitándonos vas a aterrizar a la puerta de nuestra casa. Pobre Eduardo - perderá todos sus clientes si se enteran que tiene dos cuñadas espantosas, - y que además viven de la seguridad social, …..retirarían todos sus ahorros, ¿verdad? Me aburres. Como si a alguien le importara - excepto a ti y a Eduardo.
Marión. No lo entiendes. Nunca lo entendiste.
Lucía. Muy bien …. Hablaremos de ello. ¿Cómo es ese piso?
Marión. Oh Lucía, créeme, es un palacio comparado con este. Tiene mucha luz y está muy limpio, y muy cerca de las tiendas, y hay una zona enorme de oficinas en la calle principal que necesita personal desesperadamente …..
Lucía. Ahora todo empieza a encajar. Necesitan personal desesperadamente, ¿eh? (Se levanta) ¡No, Marión, no! No la voy a mandar a uno de esos lugares. Esa es la idea, ¿no? Yo voy a trabajar, y ella va a uno de esos lugares.
Marión. Sólo estoy pensando en ti … créeme, estoy pensando en ti. ¿Qué tipo de vida has tenido siempre - siempre con una carga? Y no es como uno de esos lugares - Sólo están dos por habitación, y hay televisión en color y la comida es maravillosa (Echa una carcajada nerviosa.) Ojalá nosotros comiéramos la mitad de bien.
Lucía. Así que ya has seleccionado la cárcel, ¿no?
Marión. No seas tonta. Ya te lo he dicho. No se parece en nada a una cárcel - no me importaría nada quedarme allí yo misma.
Lucía. Bueno. Entonces vete tú. Dios mío, ya puedo visualizarlo. Bonitas cortinas rosas y bonitas pastillas rosas para mantenerlos a todos sentados todo el día delante de la bonita televisión en color. Zombies. Limpios, quietos, bien portados zombies, drogados. Muertos. ¡Muertos! Pero Bárbara no. Al menos ella tiene vida, y va a continuar teniéndola.
Marión. (Cansinamente) Parecen lo suficientemente contentos.
Lucía. Tal vez. Ni contentos, ni tristes. Nada. ¿Y se supone que eso es vida?
Marión. Sólo estaba tratando de ayudarte. Siempre he intentado ayudarte. Te he enviado toda mi ropa vieja - cuando ni siquiera estaba estropeada. Te he enviado el dinero que he podido. Hasta te di todas mis pastillas cuando atravesó aquel período hiper - activo el año pasado …..
Lucía. Te lo dije entonces, y te lo repito ahora, no va a tomar pastillas. Va a estar feliz, triste, va a ser buena, mala, lo que sea ….. como cualquier niño de seis años.
Marión. No tiene seis años. ¿No te das cuenta? Es una mujer, Si tuviera seis años, sería fácil. Algunas veces pienso que tú también eres retrasada. A veces pienso que imaginas que es tu propia hija…… sí, eso es - un sustituto porque no pudiste conseguir un marido.
Lucía. Estás loca. ¿Nunca has oído hablar de la palabra “amor”? No creas que porque tú no puedas quererla ….. Oh, Dios, qué pérdida de tiempo. Voy a traerte esas pastillas que tomas. En tu lugar me tomaría un par de ellas antes de decirle a Eduardo que si quiere deshacerse de nosotras tendrá que arrancarnos de aquí. (Sale corriendo por la puerta de la cocina.)
Bárbara. No me gustas.
Marión. Y tú a mí tampoco. ¿Por qué no te moriste? ¿Por qué me arrodillé hace tantos años y recé para que no murieras? (Se acerca hasta la mesa) ¡Mira esto! ¡Negro! ¿Quien ha oído alguna vez que un niño de seis años haya pintado un dibujo negro? (Bárbara parece más aturdida que nunca) ¿Por qué no utilizas el rojo….. o el azul (elevando la voz) o el verde? Te diré por qué, porque estás loca. (Rompe el dibujo en dos)
Bárbara. Has hecho daño a mi dibujo.
Marión. El negro es malo. Malo, ¿entiendes? Escarabajos negros, brujas, odiosos gatos negros que te arañan los ojos hasta sacártelos ¡Sucios! (Para y se echa las manos a la cara horrorizada, y Bárbara gatea hasta colocarse detrás de la mesa) Oh, Dios mío, ¿qué me está pasando? ¿Qué estoy haciendo…..?
(Lucía entra con un bote de pastillas de colores en la mano.)
Lucía. ¿Qué le has hecho? ¡Bárbara! ¿Qué pasa? (Marión cruza hasta la silla a la izquierda del escenario y se deja caer en ella. Lucía se le acerca y se inclina sobre ella de forma amenazante) La has estado asustando, ¿no? ¿No puedo confiar en ti ni siquiera diez segundos? Aquí tienes, coge tus pastillas y vete. (Le tira el bote a la silla) Venga, sal antes de que te mate. (Entonces va detrás de la mesa para coger a Bárbara) Venga, sal de ahí, cariño. Todo está bien - nadie va a hacerte daño.
(Marión cruza hasta el sofá y coge su bolso y sus guantes)
Marión. (Vacilante) ¿Nos volveremos a ver……?
Lucía. Por favor Marión - vete, ¿vale?
Bárbara. Ha hecho daño a mi dibujo.
Lucía. Bueno, eso no importa, puedes hacer otro, ¿verdad?
Bárbara. No.
Lucía. Claro que puedes.
Bárbara. No. No me compraste colores bonitos.
Lucía. Sí, te compré algunos la semana pasada.
Bárbara. San terminao.
Lucía. Te compraré más la próxima vez que salgamos. Venga, ¿Por qué no jugamos a la mentira, quieres?
Bárbara. No.
Lucía. Como quieras. (Empieza a recoger los botes de pintura y las hojas de periódico, mientras Bárbara se acerca al sofá para coger su oso de peluche. Coge el oso y advierte el bote de píldoras. Mira furtivamente la espalda de Lucía y se las mete al bolsillo, después se sienta en la silla y acuna su peluche.) ¿Quieres que te lea algo? (Suena el timbre) Oh no, no creo poder soportar más por hoy.
(Va a abrir la puerta y Bárbara se saca el bote de pastillas del bolsillo y las observa, volviendo a metérselas en el bolsillo apresuradamente cuando Lucía entra con la Srta. Sanchiz.)
Lucía. ¿Del Departamento de Servicios Sociales? No recuerdo haber pedido venir a nadie del Departamento de Servicios Sociales.
Srta. Sanchiz. No. Vd. no lo hizo. No tiene teléfono y por eso no pude llamarle primero - y como me pillaba de paso …..
Lucía. Bien, ¿qué puedo hacer por Vd.?
Srta. Sanchiz. ¿Puedo sentarme?
Lucía. Sí, por favor. (Indica el sofá)
Srta. Sanchiz. (Bastante nerviosa) He recibido una carta …..
Lucía. ¿Sí?
Srta. Sanchiz. Una queja, en realidad.
Lucía. ¿Ah sí? ¿De quién?
Srta. Sanchiz. Bueno ……..no estaba firmada exactamente.
Lucía. ¿Una carta anónima?
Srta. Sanchiz. Bueno ……..sí
Lucía. ¿Y en su departamento, no existen las papeleras?
Srta. Sanchiz. Sí, claro …….. Ah, ya le entiendo. Mire, por favor no complique Vd. las cosas - No llevo haciendo este trabajo mucho tiempo - Todavía estoy bastante perdida. Y estoy aquí para ayudarla. (Con tristeza) Todo el mundo supone que sólo queremos entrometernos.
Lucía. Lo siento, pero he tenido un mal día. Esta carta, …….. ¿de qué trata? Como si no pudiera adivinarlo.
Srta. Sanchiz. Parece ser que su hermana ha ………. tenido un pequeño problema últimamente.
Lucía. ¿En serio? ¿ Qué tipo de problema?
Srta. Sanchiz. Parece ser que Vd. no siempre la controla todo lo bien que debiera.
Lucía. (Sentándose en el sofá) ¿Podría ser un poco más específica? Suponiendo que la carta fuera un poco más específica, claro.
Srta. Sanchiz. Parece que los niños de la vecindad le tienen miedo - y que hubo un problema con un cachorro, según tengo entendido.
Lucía, (Imitando a la Srta. Sanchiz) Parece que el contenido de esa carta tiene que ver exactamente con lo que yo había imaginado. Parece que todo esto va a ser una gran pérdida de tiempo.
Srta. Sanchiz. De veras que sólo quiero ayudar, sabe.
Lucía. Seguro que sí. Y hubiera ayudado mucho más si hubiera tirado esa carta a la basura.
Srta. Sanchiz. Tenemos que hacer un seguimiento de estas cosas - aunque el motivo sea puro rencor.
Lucía. ¿Por qué?
Srta. Sanchiz. Porque el motivo no importa. Si Vd. escuchara a un niño chillando por la noche, todas las noches, y lo denunciara simplemente porque no puede dormir, nosotros seguiríamos teniendo que investigarlo, ¿no cree?
Lucía. Supongo que sí. Sí, claro.
Srta. Sanchiz. Y el asunto es que - si Vd. no puede hacer frente a esto adecuadamente, hay cosas que podríamos hacer para ayudarle.
Lucía. Como apartarla de mi lado - como meterla en uno de esos ……..
Srta. Sanchiz. Desde luego que no. Nunca hacemos eso - a no ser que sean peligrosos - para sí mismos, para otros.
Lucía. ¡Mírela! ¿Le parece peligrosa? Sí, hubo un incidente con un cachorro. Lo cogió para abrazarlo. Un cerebro de seis años no se las arregla siempre bien con un cuerpo adulto. No podría decirle lo fatal que me sentí por ello - pero nunca había pasado antes y nunca volverá a suceder.
Srta. Sanchiz. Y las tiendas. Coge cosas de las tiendas.
Lucía. Lo sé - pero siempre las devuelvo. Y de hecho nunca ha salido de la tienda con nada. Yo me aseguro de ello.
Srta. Sanchiz. Pero aceptará Vd. que esto puede ser tremendamente molesto para los tenderos, ¿no?
Lucía. Todos nos conocen. Creía que lo entendían.
Srta. Sanchiz. Seguro que lo entienden. Pero puede seguir siendo irritante, ¿no cree? Estoy segura que Vd. puede entender a su hermana mejor que nadie, aunque sin duda se enfada con ella exactamente igual. En cualquier caso, lo que quería pedirle era si consideraría dejarle ir a un centro diurno. Tenemos unas cuantas plazas vacantes.
Lucía. Eso lo intentamos, hace años. Lloraba constantemente. Y no la quiero sentada ahí todo el día haciendo inservibles esterillas de rafia.
Srta. Sanchiz. Hacen muchas más cosas que eso. ¿ A propósito, qué sabe hacer?
Lucía. Lo que sabe hacer cualquier niño de seis año, supongo. Sólo que ella es más torpe. Sabe lavarse y vestirse, contar hasta veinte, hacer una bufanda a punto, recitar poesías infantiles, jugar a la mentira ……
Bárbara. Hacer dibujos bonitos. Sé hacer dibujos bonitos. Díselo a la señora, Lucía.
Lucía. Hacer dibujos bonitos.
Srta. Sanchiz. Sí, pero se le podrían enseñar cosas mucho más útiles - y quizá Vd. podría encontrar un trabajillo -
Lucía. Este es mi trabajo. Siempre ha sido mi trabajo desde que mamá murió. Oh Dios, Ojalá la gente dejara de decirme qué tengo que hacer con mi vida. Es mi trabajo y me encanta, y todo el mundo se empeña en arrebatármelo. No estoy amargada, no soy una mártir - soy perfectamente feliz - o lo sería si me dejaran en paz. (Suena el timbre) Eso es todo lo que pido - que se me deje en paz. (Va a abrir la puerta y se oyen voces fuera del escenario. Vuelve seguida de la Sra. Gil y un número de mujeres entre tres y seis.)
Sra. Gil. Ya le dije que traería una comisión.
Lucía. Así que estas son las dos o tres mujeres reunidas bajo su dirección, ¿no es así?
Sra. Gil. Quizá se digne por fin a escucharme esta vez.
Lucía. A propósito, esta es ¿la Srta.? (La Srta. Sanchiz inclina la cabeza) La Srta. Sanchiz, de los Servicios Sociales. Está haciendo un seguimiento por una queja anónima que recibió sobre mi hermana y sobre mí. ¿Sabe Vd. algo de eso, Sra. Gil?
Sra. Gil. Si está insinuando que yo escribí una carta anónima, se está Vd. equivocando. Estoy pero que muy dispuesta a poner mi nombre a cualquier carta que tenga que escribir. Pero sencillamente eso viene a demostrarle que yo no soy la única que tiene quejas como tan groseramente sugirió Vd. hace un rato.
Lucía. Entonces le pido disculpas. Me temo que no puedo ofrecerles un asiento a todas, señoras. No estamos acostumbradas a tantas visitas. Bueno, adelante. No permitan que la presencia de la Srta. Sanchiz les coarte.
Sra. Gil. Yo ya he dicho lo que pienso - al menos todo lo que Vd. me ha permitido. Venga señoras, hablen sin miedo. Eso es para lo que estamos aquí, ¿o no?
1ª Mujer. Es mi Natalie. Dice que su hermana la mira fijamente. Y se ríe de una forma extraña. Y le quitó las golosinas el otro día mientras Vd. pagaba el periódico, y Natalie no quiso decir nada porque tenía miedo.
Lucía. Lo siento mucho. He de tener presente que tengo que tener los ojos bien abiertos en el futuro. Por favor permítame pagarle esos dulces…..
Sra. Gil. (Interrumpiendo) No se trata de eso.
Lucía. ¿Alguien más?
La 2ª y la 3ª mujer hablan a la vez.
2ª Mujer. Y Robin cruza la carretera cada vez que la ve - un día le pillará un coche……
3ª Mujer. Una vez empujó a mi nieto del triciclo y se hizo un corte en la rodilla……
Lucía. Una por una, por favor. (Durante las próximas intervenciones Bárbara ofrece a todas sus golosinas. Todas rehusan excepto la Srta. Sanchiz)
2ª Mujer. Robin le tiene auténtico pánico, sabe. Ahora no quiere ir al colegio por si se la encuentra. (A la Srta. Sanchiz) ¿Quizá si hiciera la compra mientras los niños están en el colegio? Eso ayudaría.
Srta. Sanchiz. ¿Qué le parece eso?
Lucía. Sí …..sí, de acuerdo. Sólo es que a ella le encanta ver a los niños - pero bueno. Me ocuparé de ello.
3ª Mujer. No quisiera ser irrazonable, pero es desconcertante cuando mi nieto se queda conmigo y de repente viene y se asoma por la valla. La primera vez que sucedió tuvo pesadillas. No quiero tenerlo metido en casa todo el día, pero supongo que a una mala tendré que hacerlo. Grita de repente, sabe. Creo que es sobre todo el grito lo que lo desazona.
Srta. Sanchiz. ¿Con qué frecuencia se queda su nieto con Vd.? Quizá Vds. dos podrían llegar a un acuerdo ……
Lucía. Dígame cuándo viene y tendré más cuidado. De verás que lo haré. Escuchen todas, prometo intentar mantener el máximo control. Está acostumbrada a esto, saben, pero no quiero hacer infeliz a nadie, y mucho menos a los niños.
1ª Mujer. Y el cachorro. El cachorro de mi vecina. Su pequeña estaba desconsolada. Oh por favor no me mal interprete, - sé que no fue a propósito. Pero no conoce su propia fuerza. Y la próxima vez podría ser un niño, ¿no? ¿Por qué no puede ir a uno de esos lugares? A veces les veo irse juntos en un autobús, a los pobres. Pero estoy segura de que están contentos allí - dicen que los mantienen ocupados todo el tiempo. Eso es lo mejor, ¿no? Mantenerlos ocupados.
Srta. Sanchiz. En realidad creo que todas Vds. deben ejercitar un poco su paciencia mientras solucionamos las cosas. Y vamos a solucionarlas, ¿verdad? (A Lucía)
Sra. Gil. No estoy nada convencida de que las cosas vayan a solucionarse tan sencillamente - y si tengo más problemas se lo informaré a la policía. No puede haber alguien por ahí aterrorizando a la vecindad todo el tiempo.
Srta. Sanchiz. Por supuesto que no. Pero aterrorizando - es un poco fuerte, ¿no le parece?
Sra. Gil. Si Vd. tuviera hijos, Srta. Sanchiz.
1ª Mujer. Puede que sea mejor que nos vayamos ahora, Sra. Gil …….. No podemos hacer nada más, ¿no?
Sra. Gil. Muy bien. Aunque si no hay una mejoría evidente llevaré este asunto más lejos. Acompáñenme señoras.
( Salen todas excepto la 1ª Mujer que se rezaga un poco)
1ª Mujer. Adiós querida. Seguro que todo irá bien. (Sale)
Srta. Sanchiz. Bueno, no ha estado tan mal, ¿no?
Lucía. ¡Uff! ¡Qué alivio! Gracias a Dios que estaba Vd. aquí - de lo contrario habría perdido los estribos y las cosas hubieran ido mucho peor.
Srta. Sanchiz. ¡Aha! ¡A veces somos útiles, sabe!
Lucía. ¿Le apetece una taza de té o algo?
Srta. Sanchiz. Un té sería ideal. Vd. vaya a hacerlo y yo hablaré con su hermana. (Lucía sale) Cuántos años tienes, cielo?
Bárbara. No sé.
Srta. Sanchiz. ¿Qué es lo que más te gusta hacer en este mundo?
Bárbara. Golosinas.
Srta. Sanchiz. No corazón. ¿Qué te gusta hacer?
Bárbara. Cantar.
Srta. Sanchiz. Pues cántame una canción.
Bárbara. No. Juega la mentira conmigo.
Srta. Sanchiz. De acuerdo. Coge las cartas que yo me voy a quitar el abrigo. La mentira es tan emocionante, ¿verdad? Y hace bastante calor aquí. (Se quita el abrigo y debajo lleva toda la ropa negra. Una mirada de consternación invade la cara de Bárbara.)
Bárbara. Malo.
Srta. Sanchiz. (Colocando el abrigo en el respaldo de la silla.) ¿Qué, cariño?
Bárbara. ¡Malo! ¡Quítalo!
Srta. Sanchiz. ¿Que me quite qué, cariño?
Bárbara. (Avanzando hacia La Srta. Sanchiz que se echa hacia atrás) Escarabajos negros, brujas. Escarabajos negros, brujas. Odiosos gatos negros arañan los ojos hasta sacarlos, arañan los ojos asta sacarlos. ( La Srta. Sanchiz se cae de espaldas en la silla) Quítalo. Quítalo. (Agarra el vestido de la Srta. Sanchiz)
Srta. Sanchiz. ¡No! ¡Fuera! ¿Qué estás haciendo?
Bárbara. Malo, malo. ( Tira con fuerza del vestido y en un momento de pánico La Srta. Sanchiz le da un manotazo. Bárbara se lo devuelve. La Srta. Sanchiz empieza a gritar y forcejea. Lucía entra.)
Lucía. Dios mío, ¿Qué estás haciendo? Para Bárbara. Para. (Consigue apartarla) Lo siento ….. Lo siento …. No sé qué decir …… Oh Dios mío.
(Bárbara sentada en el sofá lloriqueando.)
Bárbara. Sucio. Sucio. Marión dijo sucio.
Lucía. Calla, calla, maldita imbécil. (Bárbara gatea detrás de la mesa) ¿Qué puedo decir? ¿Qué puedo hacer?
(La Srta. Sanchiz se recupera lentamente y se pone el abrigo.
Srta. Sanchiz, (Calladamente) Creo que me ha ocultado algunas cosas
Lucía, ( Casi llorando) No lo he hecho, lo juro que no.
Srta. Sanchiz. Debe entender que tendré que informar de esto. No tengo alternativa.
Lucía. ¡No! ¡Por favor!
Srta. Sanchiz. Debo hacerlo. Y Vd. debe enfrentarse a los hechos. No se le puede permitir continuar sin algún tipo de supervisión …..
Lucía. ¡No! No van a llevársela …….. No se lo permitiré …….. (Se sienta en el sofá) No lo permitiré.
Srta. Sanchiz. Ya lo veremos. No hace falta que me acompañe hasta la puerta.
(Sale. La mirada de Lucía perdida en el espacio)

Bárbara. Quiero beber. ( Lucía se arrastra hasta la cocina. Bárbara coge su oso de peluche y se sienta en el sofá. Saca el bote de pastillas) ¿Quieres una golosina, Osito? ¿Quieres las golosinas de Marión? ( Abre el bote y saca una pastilla, se la ofrece al oso y luego se la mete en la boca. Le gusta el sabor dulce inicial, vacía el bote en la palma de su mano y se atiborra la boca de pastillas. Empieza a masticarlas, mira culpable hacia la cocina y se las traga apresuradamente , con una mueca. Lucía vuelve con un vaso de naranjada, y se sienta junto a Bárbara en el sofá. Bárbara bebe.) No me gusta Marión.
Lucía, (Automáticamente) Ya te lo he dicho, no debes decir eso.
Bárbara. No me gustan las golosinas de Marión.
Lucía, (Lentamente) No te dio ninguna golosina.
Bárbara. Sí me dio. No me gustan. Malas. (se estremece) Al osito no le gustan.
Lucía. ¿No le gustan?
Bárbara. Juega la mentira conmigo.
Lucía. Ahora no.
Bárbara, (Lloriqueando) Juega la mentira conmigo …..
Lucía, (Girándose hacia ella por primera vez) Por el amor de Dios cállate. (Entonces ve el bote vacío)
Bárbara. No me gustan sus golosinas. Saben sucio.
Lucía. (Con la voz temblorosa) ¿Te has comido todas? ¿Todas? (Agarra a Bárbara del pelo) Contéstame - ¿todas?
Bárbara, (Asustada) Sí.
Lucía, (Levantándose) Debo telefonear - debo llamar por teléfono, Dios mío no permitas que Rosi haya salido. ( se precipita a la puerta de la calle)
Bárbara. Luci, no te vayas, Luci. Luci, me duele la tripa.
(Lucía se detiene a la salida, luego muy lentamente se gira y vuelve.)
Bárbara. Nunca me dejarás, ¿verdad Luci?
Lucía, (Sentada junto a ella en el sofá y envolviéndola con sus brazos) No, cariño, nunca.
Bárbara, (Acurrucándose) Yo tampoco te dejaré nunca.
Lucía, (Cantando) Quisiera ser tan alta como la luna, ay, ay ………..
Bárbara. Veo la habitación rara.
Lucía. Bueno, es una habitación rara y vieja, ¿no? Cierra los ojos, cariño, y pronto estarás dormida. (Continúa cantando) Quisiera ser tan alta como la luna (Se le rompe la voz) Ay, Ay.


MIENTRAS BAJA EL TELON

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