domingo, 25 de mayo de 2008

ANTONIO GALA, NOCHE UNDÉCIMA: LA MUERTE

-¿Usted se suicidaría?

-No creo. Simplemente, insisto en mi petición, que ya he hecho por escrito, de que cuando la vida no me valga (me valga en el sentido de servir y en el sentido de acompañar), cuando la vida me considere ya un despojo, cuando la vida me deshabite, quiero salir desahuciado de la vida lo más rápidamente posible.

-¿Pide que no alarguen artificialmente la vida?

-Yo creo que el ser humano tiene derecho a la dignidad de la muerte y a que se le exima de dolores inútiles. Hay dolores útiles, dolores como el parto o como el que produce una enfermedad o una operación quirúrgica para salir de esa enfermedad. Tales son dolores de vida. Pero cuando el dolor se vuelve como un barco con velas negras desplegadas hacia un callejón sin salida, hay que evitarlo. Yo estoy completamente convencido de que el Estado hace mal en prohibir la eutanasia, en vez de regularla. El Estado tiene la obligación de mejorar la vida y de mejorar la muerte. Creo que todo vivo tiene derecho intransferible a su muerte,

-¿Y por qué el Estado se resiste a concedernos ese último derecho?

-Por una especie de hipocresía, de querer lavarse las manos en esos extremos. Los estados, o la sociedad, normalmente deja morir de hambre a millones de seres. Declara guerras atroces, es genocida, se desentiende de los viejos, se desentiende de los enfermos o cumple mal sus obligaciones de seguridad social y de sanidad, autoriza la pena capital… Y, sin embargo, ante la eutanasia, siempre vuelve la cara. Se desentiende, no quiere saber nada, no autoriza.



JESÚS QUINTERO Y ANTONIO GALA EN “TRECE NOCHES”, Editorial Planeta, 1999. Capitulo,- NOCHE UNDÉCIMA: LA MUERTE, paginas 219-220.

¡Gracias Señores Gala y Quintero!

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